sábado, noviembre 12, 2005

Delirios Femeninos 2: La guerra contra la perfección

Cuando anuncié que iba a escribir sobre esa capacidad de las mujeres de sobredimiensionar las cosas, un amigo, JP., dijo con gran sabiduría, "Cristina, eso se lo inventaron hace rato, se llama joder". A. saltó inmediatamente y dijo "Es que las mujeres SON (con el son más definitivo que he oído jamás) cantaletudas." Después siguió una larga conversación sobre la cantaleta e incluso alguién soltó un par de referencias literarias.

Por la noche, cuando se fue todo el mundo y A. se durmió, me puse a pensar sobre la comida, sobre lo que había pasado, sobre las conversaciones que tuvimos y sobre los delirios femeninos y me di cuenta de una cosa horrible. El peor delirio femenino es el afán de perfección. Mi suegro, J, que es un tipo sensacional, me dijo un día hablando sobre mi tesis "Belleza nocturna (y así me dice en verdad) es que lo perfecto es enemigo de lo bueno." Yo no le paré bolas porque estaba en medio de una cantaleta tremenda sobre la directora de tesis, lo vaga que había sido los últimos meses, como no tenía un minuto para hacer nada, etc, etc. Pero últimamente han sucedido cosas que me han hecho recordar el dicho de J. Las mujeres, además de joder, tenemos una capacidad enorme para "darnos palo". En otras palabras, tenemos un afán de perfección que no logro entender. Por tratar de "ser perfecta" se le olvida a uno que lo importante es ser feliz.

He visto muchas mujeres, incluyendome a mí, hacerse un daño enorme en el camino suicida a la perfección. Mujeres bellísimas, brillantes, exitosas y amorosas que duran 15 años más de matrimonio de lo que deberían porque por supuesto, divorciarse no está dentro del marco de lo perfecto. Mujeres inteligentes y generalmente sensatas que deliberadamente deciden dejar de comer para tratar de parecer algo que no son. Mujeres que hacen cosas que no quieren hacer porque están preocupadas por lo que dirán los demás. Mujeres que, por alejarse de los modelos anticuados impuestos por sus madres amas de casa, creen que llegar a las once de la noche a la casa de la oficina todos los días las hace admirables, o mujeres que efectivamente siguen los modelos impuestos por sus madres anticuadas. En general, mujeres que debido al afán de reconocimiento tan apremiante que sienten, hacen cosas que las alejan cada vez más de la felicidad en aras de la perfección.

Por eso, quiero declararle la guerra a la perfección. Como bien lo dijo J., lo perfecto es enemigo de lo bueno. Y como yo lo voy a decir de ahora en adelante, la perfección es enemiga de la felicidad. Hay que hacer las cosas bien, de eso no hay duda, y ante todo, como lo he dicho antes, hay que hacer lo que se nos de la gana, procurando no hacerle daño a los demás, por supuesto. Sobre todo, no hay que demostrarle nada a nadie.

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