tag:blogger.com,1999:blog-176993682024-03-12T19:14:00.835-05:00tea always tastes the sameUn poco de todo. No porque sea dispersa (aunque en verdad sí lo soy), sino porque hay mucho sobre qué comentar.Cristina Vélezhttp://www.blogger.com/profile/05129045481154010947noreply@blogger.comBlogger122125tag:blogger.com,1999:blog-17699368.post-47146279747732270962015-01-22T12:05:00.000-05:002015-06-17T10:23:13.945-05:00Mamá helicópteroEl año pasado conocí una mujer increíble: Margalit Mokyr. Debería haberme más emocionado haber conocido a su marido, una de las eminencias de la historia económica, pero conocer a Margalit fue uno de los mejores momentos del sonso 2014. Mi tarea era entretenerla mientras su marido estaba dictando conferencias y no me arrepentí ni un minuto de haberme perdido las charlas magistrales. Margalit se abrió campo en la bioquímica en un momento en el que todas las puertas estaban cerradas para las mujeres. Trabajó mucho y llegó a ser una eminencia en su campo. Me contó que el punto álgido de su carrera había sido cuando se había dado cuenta de que tenía las mismas publicaciones que los profesores con los que trabajaba y que estaba rumbo a estancarse en la posición de "glorified technician". Ahí decidió hacer su doctorado, que sacó en menos de dos años y dedicarse después a ser colega y después jefe de los hombres con los que había trabajado.<br />
Cuando la conocí estaba esperando a Julia. Invité a Margalit a pasear por la Candelaria y le mostré todas las cosas que me gustaban. De todas las frases maravillosas que me dijo durante nuestras charlas y caminatas por Bogotá en los días hay una que me está resonando en la cabeza mientras empaco el pinche extractor de leche materna con la lonchera correspondiente y las pilas recién sacadas del congelador para que no se dañe el producto, junto con los libros, el computador, los documentos que no he leído, los marcadores de todos los colores para el tablero, la billetera y el carné de la universidad: "Darling, who has time for breastfeeding when you have a career?" Claramente es un consejo que no seguiré, pero cómo me gustaría tener la frescura y la claridad para saber que no puedo hacer todo a la vez. Menos expectativas por un lado para mantener las del otro. Y para entender que la "Sinfonía de Julia" no es la mejor música de fondo para escribir. Ay.Cristina Vélezhttp://www.blogger.com/profile/05129045481154010947noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-17699368.post-18890818151382116902014-11-27T14:48:00.000-05:002015-06-17T10:26:44.367-05:00Gente Me sentaron al lado de una mujer que acababa de tener un bebé, como yo. Era su primera salida de noche desde que había dado a luz y estaba emocionada. Quería hablar de bebés y partos. Yo no tanto, pero igual compartimos historias sobre nuestros hijos. Que los grandes estaban muy grandes, que los colegios y qué cuáles sí y cuáles no. Que los chiquitos divinos, pero que qué cansancio acumulado. Que el de ella comía cada tres horas y la mía cada cuatro. Y le conté, en forma de chiste, que como J había estado 15 días en cuidados intensivos, me la habían entregado ya entrenada en régimen militar. Obviamente le tuve que contar entonces que por qué un bebé que había nacido a término de un embarazo que en general estuvo bien estuvo hospitalizado. Conté la historia de las bacterias sub clínicas, de las infecciones neonatales, de las neumonía, del neumotórax, de todos los tubos, del uno en cien mil, del susto y una versión reducida de las cosas que vivimos como autómatas mientras J se puso muy enferma y después se mejoró. Siguió la conversación. La compañía estaba inmejorable y la copa de vino que me di permiso de tomar estaba deliciosa. Sirvieron la comida. Siguió la conversación. La carne, como estábamos en un restaurante muy refifi estaba un poco cruda, como toca. Deliciosa. Me la estaba comiendo con gusto hasta que la señora que también había tenido bebé me preguntó si estaba amamantando a mi bebé. Le dije que obvio. Me preguntó si no pensaba que estaba un poco cruda y si no me daba miedo. La miré con cara de por qué miedo, no es un steak tartare. Le dije que yo no me estresaba con esas cosas. Que menos lactando. Que el cuento de la carne recocida en el embarazo era más un miedo de gringos y que si uno era prudente y sabía dónde estaba comiendo podía relajarse. Ella me contestó que el pescado también estaba un poco crudo. Le contesté algo parecido que con la carne. Me preguntó si la infección que había tenido Julia no había sido por eso. Que tal vez J se había infectado porque yo comía carne y pescado que no estaban bien cocidos y que ella sí no tomaba esos riesgos.<br />
<div>
<br /></div>
Cristina Vélezhttp://www.blogger.com/profile/05129045481154010947noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-17699368.post-27548261708304529342014-07-29T12:17:00.002-05:002014-07-29T18:37:53.434-05:00Dos anotaciones Leí hace un ratico <a href="http://www.soho.com.co/vida-soho/articulo/yo-soy-otra-victima-de-la-estimulacion-temprana-antonio-garcia/34748" target="_blank">este</a> artículo de Antonio García sobre los problemas de la estimulación temprana y no podría estar más de acuerdo con lo que está diciendo. Me precio de que mi hija ve monitos viejos con buena música y sin mensajes educativos de ningún tipo, que le gusta que le lean y que ya casi le gusta leer solita y que tiene un gusto impecable para la literatura infantil. De hecho, la he visto conversar tranquilamente con libreros sobre lo chistoso que son los libros de Roald Dalh, sobre como los cuentos de Tony Ross son buenísimos para los niños, pero que no le gustan a todos los papás y sobre como ya le gustan los libros largos y no solo los corticos. Amelia mezcla princesas rosaditas y príncipes azules con películas de Miyazaki sin solución de continuidad y la pasa bien. Hace poco, gracias al poder y la autonomía que le da el control "intuitivo" del Apple TV a una niña de 5 años, descubrió lo que hoy se catalogarían como programas hipsters--la Pantera Rosa y las Aventuras de la pequeña Lulú--y ahora son sus favoritos. En esencia, estoy de acuerdo con García, pero hay dos cosas que quisiera añadirle a su reflexión.<br />
<br />
La primera, que va con un gran mea culpa, es que la risita socarrona que nos sacan los papás que les ponen Mozart con parlantes a los pobres fetos viene acompañada de una suficiencia y una arrogancia enormes. Yo soy una de esas mamás arrogantes y suficientes que ni siquiera entra en las discusiones sobre estimulación temprana con otros papás porque ya "sé" que mi hija está sobrada. Uno está consiente de que hacer eso es totalmente ridículo porque en el fondo "one knows better" y sabe que el chino sabrá quién es Mozart y eventualmente se lo gozará, como también sabrá que John Petrucci es grande también. También sabe que un hijo de uno no necesita monitos bilingües políticamente correctos porque tendrá mucho mejor criterio que eso y que el chino se pasará Dora la Exploradora con los cortos de Kentridge. En fin, que a los niños hay que exponerlos a todo y que raspándose las rodillas, oyendo conversaciones de adultos y aprendiendo a disfrutar pero a ser críticos con Disney van a salir bien. Así es como saldrán igual de snobs a uno.<br />
<br />
La segunda es una reflexión más sincera y práctica. Creo profundamente que la mejor forma de educar niños felices que puedan enfrentar este mundo es con sentido del humor. Hay que burlarse de uno, hay que burlarse de los hijos. El domingo por la mañana tuve una discusión sentida con Amelia porque se quejó de que A y yo escogíamos los planes solo pensando en nosotros y no en ella. Rápidamente le contesté que no se confundiera, que si ella no estuviera estaríamos A y yo solos tomando champaña en un spa carísimo que podríamos pagar porque no tendríamos que pagar colegio bilingüe gomelo ni clases de taekwondo. Más tarde, estábamos contándole la historia a mi mamá, como recreando las ocurrencias de Amelia y las mías con la pregunta y la respuesta y Ame fue la que añadió: "acuérdate que me dijiste que era un spa carísimo en el que no se podían llevar niños" y se murió de la risa. Creo que el único defecto real de la aproximación a la educación que critica García es la ausencia absoluta de humor y eso sí es grave. ¿Cómo puede uno hablarle a un feto a través de un aparato de 300 dólares sin morirse de la risa?<br />
<br />
Me imagino que unos 15 años Amelia será una víctima de la educación que recibió y podrá quejarse de como su mamá le mamaba gallo y la ponía a leer libros que no estaban de moda, de la misma manera como su vecina será víctima de unos papás que le jalaron a Mozart a través de parlanticos y a Baby Einstein en pantallas full HD. Ya ella lo discutirá con su psicoanalista y yo cumpliré con ayudarla a pagarlo.<br />
<br />Cristina Vélezhttp://www.blogger.com/profile/05129045481154010947noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-17699368.post-17198370986699743622014-05-26T18:36:00.003-05:002015-06-17T10:29:04.736-05:00Más historias típicas colombianasM nos invitó a seguir contando historias sobre la familia. Hay una vena escribidora entre las mujeres de mi casa y creo que la invitación puede llevar a algo bonito. El problema es que se nos tiene que pasar la pena de escribir. Yo no sé si celebrar o morirme de la angustia con los lectores del blog y me siento más cómoda cuando publico cosas muy serias que llevan muchas citas como coraza. Sé que mi mamá tiene cuadernos con notas que desaparece antes de que alguien pueda verlos. C es más abierta a publicar por lo que es literata y sé que tiene una novelita en proceso que está muy bien. Lo que he leído del proyecto me ha encantado. Hasta ahora solo ha publicado la traducción de unos poemas, pero eso muestra que ella sí venció el miedo. P escribe poesía y pinta y como artista, parece ser la que menos miedo le tiene a salir del clóset como escritora. A escribe fórmulas médicas y papers sobre vacunas, pero con esa pasión con la que oye boleros, debe tener un par de cuentos guardados por ahí. M sí es escritora de verdad. Talentosa y cuidadosísima pero también le tiene pánico a publicar. O tal vez lo que tiene es una fe inmensa en las pequeñas editoriales independientes de Cataluña que le han publicado sus cosas, no sé.<br />
<br />
Hay otra historia de con fincas y sensación de inseguridad que quisiera contar y ahí va. Es un borrador y la iré mejorando en estos días:<br />
<br />
Según me ha contado mi mamá, mi abuela tuve un renacer religioso extremo precisamente en el momento en el que la primera de sus hijas que se iba a casar, decidió hacerlo por lo civil. Después de este estrellón contra la pobre educación religiosa que habían recibido sus hijos, decidió cambiar a sus dos hijos menores a colegios religiosos y comenzó un rarísimo peregrinaje de reencuentro con el catolicismo de su infancia. Su nietos, por supuesto, fuimos de alguna forma blancos del proceso. A M y J no los bautizaron porque M siempre ha sido la más seria con sus cosas. A y mi mamá, más pusilánimes, nos bautizaron y nos acolitaron lo de la primera comunión con fiesta, vestido y ponqué. Una de las formas que tenía mi abuela de asegurarse de que no nos perdiéramos en el camino del ateísmo era invitarnos a misa el domingo. No sé si a M lo invitara, pero estoy segura de que en algún momento fue. Ir a misa el domingo en Guasca lo ponía a uno en un lugar alto de los favores de la abuela y podía llevar incluso a que le regalaran panelita o paleta en la tienda de la plaza del pueblo. Yo siempre caía en la trampa de la misa de pueblo porque desde chiquita tengo un afán de complacer casi patológico. Y claro, ir a misa y rezar con mucha convicción, incluyendo quedarse arrodillado un poquito más tiempo que el de al lado después de la comunión, significaba ser la favorita de mi abuela así fuera por un ratico no más.<br />
<br />
Además de las invitaciones para ir a misa, mi abuela soltaba cuentos de santos de vez en cuando. Los cuentos de santos iban a acompañados de las figuritas con las que fue llenando su cuarto después de la muerte de mi abuelo. Las figuritas pegan con la casa porque la casa es colonial, pero sobre todo, las figuritas tienen historias. Sin embargo, antes de que pudiera poner las figuritas en las paredes de su cuarto, cosa que mi abuelo, con su rigurosidad arquitectónica, no habría permitido, también nos contaba cuentos bíblicos.<br />
<br />
Del que más me acuerdo, porque todavía me da miedo, fue del día de los Santos Inocentes. Para mí, el 28 de diciembre era una excusa para hacerle trampas y chistes a los adultos. De hecho, recuerdo un día en el que mi papá me mandó a llenar la cantimplora de aguardiente porque nos íbamos a montar a caballo y yo la llené con agua. Él y los otros adultos que iban con nosotros al paseo no habían llevado suéter, a pesar de que íbamos al páramo, porque llevaban guaro para calentarse. Ya se imaginarán la cara de todos cuando sacaron la cantimplora para calentarse. Sin embargo, en algunas vacaciones de diciembre, mi abuela me contó la historia de cuando Herodes mandó a matar a todos los niños de Israel para que Jesus no lo destronara. La historia le dio otra dimensión al 28 de diciembre y éste se volvió para mí el día más aterrador del año, que de alguna manera compensaba la felicidad desbordada de mi cumpleaños y de Navidad en los últimos días. Por alguna razón, yo decidí que Herodes (que en mi cabeza fue Poncio Pilatos, se me cruzaron las historias en algún momento porque tampoco tuve una buena educación religiosa, como que de eso ya no dan) atacaba de noche después del caminito por la huerta, justo antes de voltear a la casa adjunta donde dormíamos los niños y los papás con hijos más chiquitos. Creo recordar que esa asociación es porque la historia me la contó justamente mientras hacíamos ese trayecto, pero creo que es un recuero creado después.<br />
<br />
Por esta tergiversación de la historia, y la suma de Herodes, Poncio Pilatos y los miedos reales de la presencia de las FARC a finales de los 90 en todo el Guavio, todavía le tengo pánico a hacer esa caminata de noche sola. Quedo muy orgullosa de mi misma cada vez que tengo la valentía para hacer la travesía sola sin correr como una demente, pero en mis 32 años, solo lo he podido hacer un par de veces. No he vuelto a misa en Guasca desde hace casi 20 años, pero lo volvería a hacer para comprarle una panelita a mi abuela en la tienda.Cristina Vélezhttp://www.blogger.com/profile/05129045481154010947noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-17699368.post-26031021299710931742014-05-19T08:39:00.001-05:002014-05-26T17:45:01.129-05:00Una típica historia colombianaLa primera vez que fuimos a Medellín después de que se muriera mi bisabuela y de que vendieran la casa de La Florida en El Poblado, dónde pasamos algunas vacaciones alrededor de una pileta fría que fungía de piscina, fue al matrimonio de un primo de mi papá. O de una prima, no me acuerdo bien. Fuimos los primos grandes y los chiquitos se quedaron en Bogotá. El tío (¿o la tía?) se estaba casando con el heredero de un empresario antioqueño de esos importantes que son casi próceres y como la cosa de seguridad estaba complicada, todos los eventos estaban llenos de escoltas, policías y para rematar, nos iban diciendo dónde y a qué horas era todo solo unas horas antes de que empezara. Todo era secreto y sorpresa, para no darles pistas a unos malos que no sabía bien quiénes eran. Tan complicado era el tema de la seguridad en Medellín en ese momento, que hasta habían secuestrado a un primo de mi papá, que no era tan prestante ni tan rico como los de la familia del futuro cónyuge del tío o tía, y el Gaula lo acababa de liberar. Después de eso, tanto el liberado como sus hermanos habían empezado a andar armados. Me acuerdo perfectamente del tema de las armas porque hubo muchas levantadas de cejas y chasquidos de lenguas frente a ese hecho por parte de los que venían de Bogotá y sobre todo por parte de mi mamá.<br />
El domingo después del matrimonio nos fuimos a pasar el día en la finca de los tíos de mi papá en Rionegro. Rionegro es un lugar muy familiar para los bogotanos porque hay feijoas, hace frío y lo que podíamos hacer los niños era lo mismo que hacíamos en Guasca o en Cajicá mientras los adultos también hacían lo mismo que acá: hablar y tomar cerveza. O camparis. O tal vez ginebra. O algo. Un detalle irrelevante para los 10 años que tenía en ese momento. La finca quedaba en la cima de una montaña y se llegaba por una pequeña carretera destapada rodeada de bosques. Mientras los adultos se acomodaron y por turnos miraban por un novedosísimos telescopio que uno de mis tíos armados había comprado, seguramente al mismo tiempo que habían comprado las armas que no sabían cómo usar pero que los iban a proteger de otro secuestro, los niños nos fuimos a buscar greda en el bosque porque íbamos a hacer yo no sé que cosa. Con el telescopio se veía toda la vereda, incluyendo la carretera destapada que solo llegaba a la finca en la que estábamos. <br />
Nos embarramos mucho buscando una mina de greda perfecta, porque lo que habíamos visto hasta el momento nos parecía solamente tierra mojada. Cuando por fin creímos haberla encontrado, llegó mi mamá corriendo a toda velocidad. Mi mamá tiene patas largas, mucho más largas que las mías, y creo que ese fue el día en el que más rápido corrió en toda su vida. Nunca nos llamó y nunca gritó, pero cuando nos encontró se llevó el dedo a la boca suplicándonos con sus ojos que hiciéramos silencio y nos arrastró a la parte alta de un potrero corriendo igual de rápido que ella. No me acuerdo bien, pero seguro se llevó al hombro a alguno de los más chiquitos que iba con nosotros. En la cima, nos hizo acostar en un pastizal y por primera vez habló en susurros y nos dio la orden más perentoria que me han dado en mi vida: "No hagan nada de ruido. Si tienen que hacer pipí, háganse en los calzones que después lo resolvemos".<br />
No me acuerdo bien cuánto tiempo estuvimos en el pastizal, pero pudo haber sido una hora o una eternidad. Seguro nos picaba todo por el pasto, pero ninguno dijo absolutamente nada. Oímos unas motos que pasaron y un señor furioso gritando que los hijueputas se habían escapado. Lo siguiente que oímos, un tiempo después, fue a mi abuelo que pasó llamando a mi mamá diciendo que ya todo había pasado. Mi mamá igual no respondió hasta que se aseguró de que estuviera solo.<br />
Bajamos del potrero, nos montamos en un carro y nos fuimos al aeropuerto sin almorzar y sin despedirnos. Después oímos historias de mujeres embarazadas que se metieron debajo de las camas para esconderse y de primos de mis papás sacando unas armas que no sabían usar y que afortunadamente no tuvieron que hacerlo y de mucho susto.<br />
La siguiente vez que fui a Medellín fue de adulta, en algún viaje de trabajo.Cristina Vélezhttp://www.blogger.com/profile/05129045481154010947noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-17699368.post-30671629844599667102014-04-09T12:28:00.001-05:002014-05-19T08:42:28.001-05:00Por qué estamos como estamosHoy quería poner en Twitter que Gaitán había sido uno de los políticos más locos que había pasado por la historia de este país de políticos locos. Pero después pensé que si ponía un trino que dijera eso, iban a salir a acusarme de alegrarme de que hayan asesinado a Gaitán o me podrían tildar de ultrafachista.<br />
Y ahí entendí que una de las muchas razones de por qué estamos como estamos es que perdimos la capacidad de entender que no estar de acuerdo no significa quererlo muerto. Y que el conflicto, la confrontación entre ideas y las posiciones políticas pueden ser fruto de debates largos, contundentes y seguramente maravillosos y no necesariamente de violencia. De hecho, cuando hay la posibilidad de discutir abiertamente sobre posturas y sobre política en general, la violencia deja de ser una opción. Así que aprovecho para decir por aquí, que tengo muchos caracteres disponibles para expresar una idea, que Gaitán estaba demente y que se abra el debate.Cristina Vélezhttp://www.blogger.com/profile/05129045481154010947noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-17699368.post-9983011940083536372014-02-24T11:45:00.001-05:002014-02-25T14:12:54.867-05:00¿Uno cómo diablos decide por quién votar?Este es un post para mi amiga Camila, que el sábado me dijo que odiaba hablar de política en frente de gente como yo porque la miraba rayado. No me había visto a mí misma como alguien que mirara rayado a la gente por no saberse el nombre de los ministros o por no saber por quién votar. Pero sí es cierto que mi casa es profundamente política. Estamos pendientes desde Boston Legal, hasta House of Cards, desde las elecciones presidenciales en Estados Unidos, hasta las atípicas en Yopal. Las peores peleas que he tenido con Alejandro son por temas políticos. Y también hemos tenido excelentes momentos alrededor de política: el día en que nació Ame fue el último debate televisado entre Obama y McCaine y lo vimos completico en el hospital mientras la recién nacida dormía plácidamente. Pero para la tranquilidad de Cami, así como sé de política (y Alejandro sabe mucho más, debo hacer esa aclaración), no tengo ni idea de música, el campo en el que ella se mueve como un pez en el agua. Por ejemplo, hasta hace poco creía que The Whitest Boy Alive tenía que ser P, el esposo zimbabuense de MP o en su defecto mi cuñado James y no supe de Bruno Mars hasta hace 15 días. Mi iPod da pena y en mi carro hay CDs de canciones de niños y uno de Franco de Vita del 96. Y así como espero una asesoría de Cami para mejorar mi repertorio musical, decidí el sábado escribir una pequeña guía para decidir por quién votar. En este caso no voy a dar nombres propios, pero sí unas pautas para que cada quién escoja a su gusto.<br />
<br />
<b>1. Predecible y consistente es bueno.</b> Uno debería votar por alguien que uno sabe qué posición va a asumir en los diferentes escenarios posibles. Un congresista ideal tiene que ser predecible y consistente. La consistencia en este caso es una señal de que la persona sabe qué está haciendo y tiene claro qué quiere y para dónde va. Por eso me preocupan los candidatos que izan orgullosamente la bandera de la "apolítica". Prefiero por el contrario uno que tenga una posición política definida y clara. Un buen termómetro ideológico es ver cuál es la posición del candidato frente a los temas de libertades individuales (aborto, matrimonio igualitario, adopción igualitaria) y el tipo de control político que han hecho (es decir qué debates han organizado como congresistas o qué tipo de debates planean hacer).<br />
<br />
<b>2. ¿A mi sí me importa eso?</b> Uno tiene que identificar cuáles van a ser los temas álgidos de las discusiones en el Congreso del periodo para el que va a votar y saber cuáles le importan y cómo le gustaría que su congresista votara en los diferentes escenarios. Por ejemplo, en el próximo periodo va a haber discusiones grandes sobre temas que se quedaron en el tintero en este: reforma a la justicia, reforma a la salud, reforma al sistema pensional. Depende de qué piense uno sobre estos temas, debería votar por alguien que esté de acuerdo con uno. Va a haber reformas políticas de fondo: están proponiendo la eliminación de la reelección y de la figura del vicepresidente. Por ejemplo, yo estoy de acuerdo con la primera y no necesariamente con la segunda, así que me interesa un candidato que sepa que va a votar a favor de la eliminación de la reelección. Si uno tiene intereses específicos, debe buscar candidatos que piensen igual que uno en esos frentes. Por ejemplo, si está en desacuerdo con los TLC, pues busque alguien que no solo tenga propuestas proteccionistas sino que no haya votado a favor de estos tratados en el pasado. Para mí un candidato anti TLC sería nefasto, pero eso es cuestión de gustos.<br />
<br />
<b>3. Un poco de "stalkeo".</b> Uno tiene que hacer un chequeo mínimo de antecedentes. Una pasadita por la Misión de Observación Electoral, por la búsqueda de la media naranja política en La Silla Vacía (http://lasillavacia.com/elecciones) y por Congreso Visible no sobran. Si usted no tiene tiempo o no le interesa dar ese paso extra, por lo menos busque en Google el nombre de su candidato+parapolítica, o +corrupción o +carrusel para estar seguro de por quién está votando.<br />
<br />
<b>4. No siempre es cuestión de colágeno.</b> Cuidado con los delfines y los "jóvenes". No porque un candidato sea modelo 80 significa que valga la pena. Hay muchos candidatos que han usado la bandera de la juventud para llegar al Congreso para hacer lo mismo de siempre o incluso peor. <br />
<br />
<b>5. Que hagan la tarea.</b> Si es un candidato que ya ha sido congresista, revise su asistencia a las comisiones. ¡Imagínese votar por un tipo que se gana más de 24 millones de pesos de sus impuestos y no va a trabajar! Si no, pregunte por ahí si el personaje es juicioso. La hoja de vida puede ser un buen proxy para saber eso, pero acuérdese que ahí puede decir cualquier cosa.<br />
<br />
<b>6. El partido importa pero no determina. </b>Revisen con cuidado el partido al que pertenece el candidato por el que planean votar y por quién esta rodeado. Uno no solo vota por un candidato sino por la lista entera. Es decir, su voto va a determinar no sólo si su candidato queda, sino cuantos candidatos de esa lista salen. No hay ni una sola lista totalmente limpia, así que en este caso hay que hacer un ejercicio de pesos y contrapesos.<br />
<br />
<b>7. Voten.</b> Votar es muy importante. No importa qué tanto guayabo tenga, si se quiere quedar en la cama, si cumple años su mamá, si tiene que entrenar para la maratón, si le salió un paseo a tierra caliente y quiere broncearse: votar es probablemente más importante que cualquier otra cosa y por mal que le vaya, no toma más de una media hora. Ah, y no se les olvide aprenderse el número y el partido del candidato por el que van a votar antes de llegar al puesto. Los tarjetones son una ladilla y es mejor saber desde antes qué diablos va a hacer.<br />
<br />
Ojalá esto sirva de algo...Cristina Vélezhttp://www.blogger.com/profile/05129045481154010947noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-17699368.post-81274906000507754932014-01-14T09:39:00.003-05:002014-02-25T14:11:33.267-05:00Una historia de cobardíaAyer salimos a caminar A y yo. Antes tuvimos la misma discusión de todas las veces que salimos a caminar. Yo siempre quiero caminar por deporte, con tenis y botella de agua y él siempre quiere hacer caminatas contemplativas, fumando y charlando. Logramos un acuerdo que nos servía a los dos. No íbamos a ir ni rápido ni despacio y la meta era llegar a Carulla a comprar unas manzanas para que la caminata tuviera un fin más allá de la caminada misma. A por supuesto se fumó uno o dos cigarrillos y yo por supuesto hice todos los esfuerzos por apretar el paso. Nuestras preocupaciones sobre la casa, el colegio, unas vacas que vamos a comprar y los planes de este año eran infinitas, y duramos unas buenas cuadras haciendo planes y sacando cuentas. Hasta que llegamos a la 86 con 11 y vimos como una mujer se botó al piso en posición fetal y comenzó a gritar. No dejaba que nadie se le acercara y solo gritaba que la vida en la calle era muy dura y que no podía más. No sé si me lo inventé, pero creo recordar que también gritó que no dijeran que la iban a ayudar si ni siquiera le iban a dar trabajo.<br />
<br />
Nuestra cobardía no nos dejó acercarnos a la señora, pero sí para llamar al 123, cómo si eso fuera a solucionarle la vida. Un motociclista valiente parqueó su moto en frente de la señora para protegerla de los carros que cruzaban de la 11 hacia la 86. Rápidamente llegó un policía a encargarse de la situación y nosotros, como buenos ciudadanos autómatas, decidimos que nuestra responsabilidad llegaba hasta ahí. Lidiar con una señora en crisis botada en la calle era una tarea para los policías y nosotros habíamos cumplido nuestra misión quedándonos mirándola mientras llegaba alguien, como si tuviéramos una especie de mirada poderosa y protectora y como si nuestra angustia de 5 minutos mientras llegaba el policía era suficiente para decir que habíamos cumplido algún tipo de deber.<br />
<br />
Caminamos unas cuadras más, compramos las manzanas y unos arándanos porque se veían deliciosos y dimos la vuelta. El regreso fue más contemplativo porque las eucaliptas de la 11 están florecidas y con la luz de los faroles las flores se veían preciosas y solo mencionamos el incidente de la señora un par de veces como una anécdota más. Pero hoy estoy teniendo fantasías de culpa como que debí de traerme a la señora para la casa, tal vez contratarla para hacer algo y arreglarle la vida. Al fin y al cabo, yo he tenido mucha suerte en la vida y ya con lo que soy, mis chances de llegar a la calle son inexistentes, al menos de que me vuelva adicta al bazuco o algo por el estilo, y por ende, mi obligación es ayudarla. Lo particular de esas fantasías es que son las mismas que tenía a los 8 años, cuando quería llevar a todos los "niños pobres", dicho con voz de reina de belleza, a mi casa para que se bañaran y jugaran con mis juguetes, porque eso les iba a solucionar la vida y porque claro, yo "era muy buena" y eso me iba a consagrar como alguien digno de hacer la primera comunión. Demasiados videos para ser atea hija de ateos...
<br />
<br />
Racionalmente sé que no puedo contratar a la señora porque ni necesito contratar a nadie ni tengo la plata para hacerlo. Tampoco podía llevar a una señora en plena crisis psicótica a mi casa, así fuera para que se bañara y jugara con mis juguetes. Lo particular es que después de haber pensado en esas posibilidades, la llegada del policía fue suficiente para que yo sintiera que había cumplido mi deber al decirle a A que llamara al 123, me desentendiera de la señora y siguiera mi camino hacia el supermercado. Cristina Vélezhttp://www.blogger.com/profile/05129045481154010947noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-17699368.post-714201723132101152013-10-28T13:35:00.001-05:002013-10-28T14:14:17.451-05:00Mentiras verdaderasUno de los miedos más grandes que tengo es despertarme un día y darme cuenta que soy realmente un paquete chileno. Que no soy más que un montón de mentiras. Peor aún, que se trata de mentiras que fabriqué y me creí. Toda una impostora. Cristina Vélezhttp://www.blogger.com/profile/05129045481154010947noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-17699368.post-87974270386929379092012-11-30T12:17:00.001-05:002013-02-08T08:23:57.619-05:00Coleccionar y recordar<span class="Apple-style-span" style="color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px;"></span><br />
<div style="font: 16.0px Times; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px; min-height: 19.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px Times; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px;">
La obsesión de los seres humanos por ser recordados siempre me ha obsesionado y los museos son la máxima expresión de esta ilusión. Yo estudié historia porque quería trabajar en un museo. En ese momento, estaba fascinada por los objetos que guardaban las personas en edificios grandilocuentes para recordar el pasado y enaltecer el arte y me imaginaba trabajando en el Louvre cuando grande. Y claro, cuando uno tiene dieciocho años puede impresionarse muy fácilmente con que tengan medio Partenón en la mitad de Londres. </div>
<div style="font: 16.0px Times; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px; min-height: 19.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px Times; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px;">
Ya en la Facultad de Historia entendí que detrás del proceso de acumulación de objetos hay otras historias que contar. Por ejemplo, la de una nación que desea reforzar los cimientos de su existencia, llevando su mito fundacional hasta el Tigris y el Éufrates o hasta tan lejos donde pudiera hacerlo con el fin de construir un pasado digno de un imperio. También está la historia de una nación que ya no es imperio pero que conserva los objetos y el museo como recuerdo de lo que fue y del poder que sigue ejerciendo. Y por supuesto, también está la historia de unos académicos que deciden qué y cómo hay que recordar el pasado y organizan esos objetos de una forma u otra. Finalmente, también está la historia de los visitantes, muchas veces turistas, que se pasean por el museo e interpretan esos objetos desde sus propias vidas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px; min-height: 19.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px Times; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px;">
Si bien cada vez estoy más lejos de ese sueño adolescente, sigo visitando museos con fascinación tratando de ver qué tipo de realidad quieren representar. La semana pasada estuve en el castillo de Bamburgh, en la frontera de Inglaterra con Escocia, en el que debido a que las cosas realmente finas están en una casona más cómoda a algunas millas del castillo o en un apartamento en Londres, habían expuesto en vitrinas las vajillas completas, un par de armaduras y las escopetas de cacería de alguien que había vivido allí. Yo, como tercermundista, estaba impresionada de todas maneras. Caminé los corredores en silencio, con las manos atrás de la espalda, con una especie de respeto solemne. Al fin y al cabo, las vajillas de porcelana con dibujos de pájaros y las escopetas de cacería son elementos tan exóticos para mí como lo son de cotidianos para los ingleses. Las historias de glorias pasadas, en cambio, si me parecieron extrañamente familiares. </div>
<div style="font: 16.0px Times; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px; min-height: 19.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px Times; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px;">
Hace unos años estuve en un pequeño museo en Paraty, en Brasil, en el que habían recogido objetos de las familias de pescadores de la zona con el fin de darle a los visitantes del lugar una mirada a la vida cotidiana de la región. Las familias podían entregar los objetos que quisieran, así que había desde fotografías de la familia y documentos de archivo, hasta redes de pescar, juguetes de niños y utensilios de cocina. Los curadores habían hecho un trabajo muy especial juntando todos los objetos que entregaron las personas para narrar una historia coherente. El museo era un lugar colorido, alegre, vibrante y familiar. Contrario a muchos museos que tienen que hacer esfuerzos extraordinarios y a veces artificiales para que la gente se divierta, aquí uno entraba e inmediatamente caminaba al ritmo de los objetos expuestos. No recuerdo que hubiera música, pero sí mucha cadencia. Se trataba de un alegre museo del presente. </div>
<div style="font: 16.0px Times; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px; min-height: 19.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px Times; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px;">
Me encantan las propuestas del Museo Nacional de recoger objetos de la historia reciente colombiana, algunos de los cuales han sido muy controversiales, como el poncho de Tirofijo. Como no teníamos ni los recursos ni las pretensiones de unirnos al saqueo imperial que alimentó los grandes museos del mundo, hicimos lo propio con lo que teníamos a la mano. Unas piezas de oro de por aquí, otras piedras de por allá, un poco de arte religioso, otro poco de arte moderno. Ahora, en un nuevo viraje, por el panóptico han pasado camisetas de jugadores de fútbol memorables, Grammys y otros objetos que hablan de la nación que estamos construyendo. Pareciera que esos objetos no tienen mucho en común pero para uno, que sabe qué significan pero no puede explicarlo, tienen sentido, así no los entienda. Me encantaría poderme quitar el vestido de colombiana para poder pasearme por el Museo Nacional con la mirada de un turista, como lo hice en Bamburgh y en Paraty a ver si entiendo lo que realmente hay detrás de esos objetos. Definitivamente haría que mi trabajo como historiadora fuera más fácil. </div>
Cristina Vélezhttp://www.blogger.com/profile/05129045481154010947noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-17699368.post-23081857532875364712012-11-21T06:50:00.000-05:002013-02-08T08:24:26.365-05:00Redes y reflexión en la Fundación Social <br />
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 16px; line-height: 25px; outline: 0px; padding: 0px 0px 5px; vertical-align: baseline;">
<br />
<div style="font: 16.0px Times; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px;">
La organizaciones jesuitas siempre han llamado la atención de quienes estudian la administración. Un amigo decía en forma de chiste que ese éxito se debía a que, como los planeadores, los jesuitas sabían que tenían que tener una ala en cada lado, y por eso manejaban con tanta gracia entidades como el CINEP, hacia la izquierda y la Pontificia Universidad Javeriana, un poco más a la derecha. Otros, un poco más serios, afirman que el éxito se debe a una fórmula infalible de liderazgo que mezcla la disciplina militar, la mística religiosa y una gran capacidad de innovación. De hecho, se han publicado varios best sellers sobre esto que después de un rápido furor comercial, caen rápidamente al olvido. El caso de la Fundación Social, estudiado juiciosamente por un grupo de profesores e investigadores de la Universidad de los Andes, muestra que si bien las intuiciones anteriores son parcialmente ciertas, la fórmula es mucho más compleja*. Incluso, a partir de la lectura del libro Lo social y lo económico: ¿Dos caras de una misma moneda? escrito por Dávila, Dávila, Grisales y Schnarch el año pasado, podríamos concluir que la verdadera receta está en la capacidad de la organización de pensar sobre sí misma. Es decir, de reflexionar, actuar y volver a reflexionar sobre la actuación y en la de tejer redes bastante poderosas.</div>
<div style="font: 16.0px Times; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px; min-height: 19.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px Times; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px;">
La Fundación Social, el grupo empresarial dueño de varias entidades financieras que incluyen el Banco Caja Social y la fiduciaria Colmena, fue fundada por el padre Campoamor hace más de cien años con el objetivo de luchar contra las causas estructurales de la pobreza. La organización surgió del marco de los Círculos de Obreros de la época. Un siglo después, esta organización, que puede describirse según los autores del estudio de caso mencionado como una fundación con empresas y no como una empresa con fundación, ya no está regida por los jesuitas, pero sigue manteniendo el objetivo y el espíritu con los que fue fundada. Sus planes estratégicos todavía siguen la lógica de la reflexión, acción, reflexión que impusieron los jesuitas, la noción de la responsabilidad pública de los actores privados está a la orden del día y el objetivo no ha cambiado. De hecho, la junta directiva de la organización, que cumple con las funciones estratégicas normales de cualquier junta que haga bien su trabajo, le sigue responde a una instancia más alta, encargada de pensar en la coherencia de la organización y en que efectivamente la reflexión sea parte del día a día gerencial. </div>
<div style="font: 16.0px Times; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px; min-height: 19.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px Times; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px;">
La insistencia en la reflexión-acción-reflexión, que seguramente le suena a pesadilla a más de un administrador, se debe por una parte a que la receta ha funcionado exitosamente. No en vano la Fundación Social es una de las organizaciones financieras más antiguas del país. Pero por otra, se debe a que los jesuitas, al estar a cargo de muchas de las instituciones educativas por las que pasa la élite colombiana, no necesitan de una empresa cazatalentos para reclutar los gerentes que mejor pueden acomodarse al tipo de organización que fundaron. Muchos de sus gerentes no solo son cercanos a los jesuitas por razones personales, sino que fueron formados en sus aulas. Incluso desde niños. Cualquier persona que haya tenido un maestro que lo haya marcado en el colegio sabe el poder que puede tener esto. Esto les ha permitido tejer una de las redes más sólidas y poderosas del país y asegurarse que de ahí, puedan siempre tener cerca a las personas mejor preparadas, dentro de lo que les interesa, para manejar sus organizaciones. Esto es tan así, que una década los jesuitas dieron un paso al lado en la Fundación Social y esta no solo no ha cambiado su rumbo, sino que los laicos que ahora están a cargo han reafirmado que el norte de la organización sigue siendo el mismo que le imprimió Campoamor. </div>
<div style="font: 16.0px Times; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px; min-height: 19.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px Times; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px;">
*Dávila L. de Guevara, J. C., Dávila L. De Guevara, C., Grisales Rincón, L. A., & Schnarch González, D. (2011). Lo social y lo económico: ¿Dos caras de una misma moneda? La Fundación Social y sus empresas (1984-2010). Bogotá: Ediciones Uniandes, 275 pp.</div>
<div style="font: 16.0px Times; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px; min-height: 19.0px;">
<br /></div>
<div style="font: 16.0px Times; margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px;">
Publicado inicialmente acá: http://www.eltiempo.com/blogs/economia_domestica/2012/11/redes-y-reflexion-en-la-fundac.php</div>
</div>
Cristina Vélezhttp://www.blogger.com/profile/05129045481154010947noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-17699368.post-25479802850634123332012-11-14T05:51:00.001-05:002012-11-15T04:27:42.473-05:00Caca de perroSupongo que todas las obsesiones son con cosas pequeñas. Las grandes no despiertan ese tipo de pasiones. Yo me obsesioné con los ratones que viven en mi casa. Soñaba con ellos dormida y despierta. Me imaginaba que si llegaba a regresar a la casa a una hora inusual, me los iba a encontrar desbaratando la casa. Porque claro, cuando el gato no está, los ratones hacen fiesta y encima, porque los ratones saben la hora conocen mi horario perfectamente. Les compré trampas y rezaba para que no cayeran. Lo único peor que convivir con los ratones era encontrarme sus cadáveres atrapados en un resorte o peor aún, verlos agonizar en un charco de pegante. La obsesión se me pasó cuando entendí que no podía hacer nada al respecto. Mi mamá lo dijo mejor que nadie en el mundo "téjales suetercitos y deje de joder". Después me obsesioné con la basura de mi oficina, que siempre sacaba yo, pero se me pasó rápido.<br />
<br />
Mi última obsesión es un bollo de caca de perro que apareció enfrente de la puerta de la casa del vecino. He seguido todo el proceso desde el día en que apareció, hace una semana, hasta hoy, cuando el vecino le echó agua y quedaron los pedacitos regados por toda la acera. En el intermedio, trató de correrlo con el menú de un pizzería que ofrecía descuentos a estudiantes. Durante días, el bollo estuvo ahí sentado, con el menú incrustado en la mitad. Ayer, Amelia se cayó saliendo de nuestra puerta y por poco cae encima del bollo con menú. Las dos sufrimos mucho, pero yo sufrí más que ella a pesar de no haber sido la accidentada.<br />
<br />
Quisiera entender en qué estaba pensando mi vecino cuando decidió que echarle agua al bollo y esparcirlo por la acera era una buena idea. Tal vez pensó que las personas iban a ir pasando y se iban a llevar los pedacitos de bollo pegados a sus zapatos. Claro, no sin antes soltar un madrazo. O tal vez pensó que el bollo iba a llegar eventualmente a la calle, pero no hizo la tarea suficientemente bien como para que eso pasara. Aunque creo que en verdad estaba pensando que el agua iba a hacer que el bollo desapareciera mágicamente. Llevo 20 minutos sentada en las escaleras de mi casa, con la puerta abierta, tiritando del frío y mirando el andén. Supuestamente estoy esperando una caja del ron de Laura que debe de estar llegando entre las 10:24 y las 11:24, pero en verdad estoy viendo pasar la gente, a ver quién va a ser el infeliz que se va a llevar uno de los pedazos de bollo en su zapato.<br />
<br />
Nunca había estado en mi casa de Hull a esta hora y entendí por qué. Espero que el cartero llegue rápido y yo pueda devolverme a la oficina, ojalá sin llevarme en el zapato un pedazo de la mierda del vecino.<br />
---<br />
El ron llegó a las 11:57.Cristina Vélezhttp://www.blogger.com/profile/05129045481154010947noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-17699368.post-37103039981590111582012-11-13T04:11:00.002-05:002012-11-13T04:38:45.364-05:00Trapitos al sol que no son noticiaLas discusiones entre los directivos de las organizaciones públicas y privadas y sus departamentos de comunicaciones son eternas y difíciles. Los primeros creen que ese maravilloso suceso que tanto les conviene divulgar merece la primera página de todos los periódicos y los segundos saben que eso no va a pasar. Los comunicadores dentro de las organizaciones saben las buenas noticias no suelen ser noticias y están conscientes de que en un país en guerra con una situación política tan compleja, la mayoría de la información que producen las empresas, y en especial todas las relacionadas con sus magnánimas campañas de responsabilidad social, no llama la atención de los periodistas. Y pues claro, los empresarios no están interesados en ventilar sus trapos sucios y los periodistas tampoco lo están en investigarlos. Los primeros, además de lo que deben reportar por ley según el tipo de sociedad que sean, no tienen la obligación de hacer pública su información privada y los segundos no necesariamente quieren morder la mano que les da de comer.<br />
<br />
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">Todo esto funciona divinamente hasta que se quiebra el sistema. Por ejemplo, hace un mes Daniel Pardo hizo público que Kien y Ke publicaba reportajes pagados Pacific Rubiales sin el sello de “publirreportaje” llevando a que, ahora sí, los periodistas se preguntaran por la relación entre los millones y millones pagados por esta petrolera en publicidad a otros medios de comunicación y el tipo de noticias que divulgaban sobre la compañía. Más recientemente, en un acto entre valentía e ingenuidad, Vladdo publicó un trino diciendo que había rumores de que Interbolsa estaba ilíquido, echando la última gota que se necesitaba para que se derramara espectacularmente el escándalo sobre el que se cotilleaba desde hacía semanas en los baños turcos de los clubes privados y que cada día que pasa comienza a oler más a estafa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">Además de los medios especializados, que por lo demás también pecan de falta de investigación, el periodismo económico se enfoca en temas públicos en el más estricto sentido de la palabra, y dependen de datos del Banco de la República y del DNP para nutrirse, relegando la esfera de lo empresarial a replicar información de analistas o, en el peor de los casos, a publicar casi textualmente comunicados de prensa enviados por las empresas para llenar espacio. Y así, como los periodistas no están pendientes de qué tipo de decisiones se toman en los gremios, cómo están conformadas las juntas directivas y qué tipo de alianzas se están haciendo, por nombrar solo tres aspectos de las empresas que se pueden estudiar con información accesible para todo el mundo, no están preparados para atar cabos o intuir ventarrones. Pecando de antipática lucidez a posteriori, si un periodista hubiera estado revisando con juicio el movimiento de las acciones en la BVC no se le habría pasado el raro comportamiento de las acciones de Fabricato. Y si además el periodista en cuestión supiera algo del sector textil y manufacturero y tal vez algo de historia empresarial, se habría dado cuenta de que había algo raro mucho antes de que se derramara la copa. Algunos analistas sí lo estaban haciendo y alcanzaron a sacar su plata a tiempo. Incluso algunos más precavidos sabían desde el principio que ahí no se podía invertir.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">Mi invitación a que los periodistas cubran los temas empresariales como lo hacen con algunos temas políticos y gubernamentales no soluciona las discusiones entre gerentes y comunicadores sobre qué es una noticia, pero definitivamente le da a los periodistas independencia y libertad para que ellos puedan decidirlos solos. Conocer cómo y por qué se toman decisiones en el sector privado no solo no es imposible, sino que es indispensable y forma parte de la función social de los medios de darle a su público elementos para comprender mejor la realidad. Finalmente, informar adecuadamente sobre las decisiones del sector privado es un paso indispensable para reconocer que lo público, que burdamente se puede definir como lo que nos concierne y afecta a todos, no se limita exclusivamente al Palacio de Nariño. <o:p></o:p></span></div>
<br />
<br />
Publicada inicialmente acá: http://www.eltiempo.com/blogs/economia_domestica/2012/11/trapitos-al-sol-que-no-son-not.phpCristina Vélezhttp://www.blogger.com/profile/05129045481154010947noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-17699368.post-21606941590101300962012-11-06T06:33:00.001-05:002012-11-06T08:10:11.981-05:00Los niños y las instituciones, el regreso<br />
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<span style="background-color: transparent; border: 0px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">W. Richard Scott*, uno de los más célebres teóricos del institucionalismo, señala que existen tres tipos de instituciones: las regulativas, las normativas y las cognitivas. </span>Las instituciones regulativas son aquellas que se expresan en reglas, leyes y normas, que tienen una función instrumental y cuya legitimidad está basada en las sanciones. Las instituciones normativas son las que tienen su origen en la obligación social. Funcionan en la medida en que las personas se apropien de esas normas y le den valor a los certificados, acreditaciones y demás sellos de garantía que las autentican. Este tipo de instituciones tienen un origen moral. Finalmente, las instituciones cognitivas son todas esas pautas de comportamiento que damos por hecho y que no cuestionamos. Las adoptamos imitando el comportamiento de las demás personas y están fundamentadas en la cultura. Son todas esas pautas que consideramos correctas porque sí y que no cuestionamos porque no se nos ocurre hacerlo. </div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<br /></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<span style="background-color: transparent; border: 0px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Las instituciones, por supuesto, son construcciones sociales y parte del proceso de educar a un niño es enseñarle a vivir dentro del marco de estas reglas de juego. </span>Las instituciones cognitivas las aprenden los niños al vernos mover por el mundo. Su efectividad reside precisamente en que no las enseñamos explícitamente sino que las transmitimos a través de nuestro comportamiento. Es precisamente por no tratar de enseñarlas directamente que los niños--casi siempre--las aprenden tan bien. Sin embargo, la enseñanza de las instituciones normativas es un poco más compleja porque casi siempre es explícita. Contrario a lo que quisieran pensar muchos fanáticos religiosos, "la moral" no viene en el código genético. Los niños van aprendiendo qué es lo que consideramos moralmente apropiado y a través del sello autoritario de nuestra aprobación van comenzando a comportarse como nosotros quisiéramos que lo hicieran. El territorio de disputa de las instituciones normativas es más amplio de lo que uno pensaría y todas las peleas que incluyen a un papá diciendo "¡Cómo se te ocurre!" están en este plano. Les contaré en unos diez años, pero me imagino que la mayoría de las discusiones de los papás con sus hijos adolescentes se dan aquí. </div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<br /></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
El gran campo de batalla con los niños más pequeños, no obstante, está en territorio de las instituciones regulativas: la hora de dormirse, la hora de vestirse, la hora de comer, etc. Mi experiencia ha mostrado que las pequeñas reglas del día a día funcionan en la medida en que uno las haga parecer instituciones normativas y le dé un estatus profundo a la cotidianidad estableciendo rituales que la legitiman. El ejemplo perfecto de esta situación es el baile sagrado de la piyama, los cuentos y el beso de las buenas noches a la hora de dormir. Una institución regulativa sencilla como la hora de dormir gana peso en la medida en que uno le de estatus de obligación social. </div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<br /></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Los niños aprenden muy rápido cuáles son las instituciones normativas y regulativas y parte del proceso de crecer saludablemente es tantear el terreno: ir viendo hasta dónde pueden estirar las reglas y hasta dónde pueden ir conquistando territorio sin que el adulto a cargo se desespere o su pequeño mundo se caiga en pedazos. <span style="background-color: transparent; border: 0px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Lo raro es que a pesar de esta rebeldía natural, los niños también son muy sensibles a los cambios institucionales. Es decir, a los cambios en las reglas de juego de sus vidas cotidianas. </span></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<br /></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Un ejemplo clarísimo de esta sensibilidad ha sido la entrada y la salida del colegio de mi hija. Ella entendió rápidamente que contrario a lo que sucedía en Bogotá, dónde la hora de entrada y salida era fija, estaba determinada por un bus que la transportaba y sobre el cuál sus papás no tenían control alguno, la entrada y salida de la guardería en Inglaterra depende exclusivamente de a qué horas quiera yo dejarla y recogerla. Así, mis súplicas desesperadas de "Apúrate que nos cogió la noche" que formaban parte de nuestra cotidianidad matutina dejaron de tener sentido y la hora de recogida del colegio se volvió un tema de negociación. Mi hija está absolutamente consiente de que si la recojo tarde es porque preferí quedarme trabajando en vez de pasar la tarde con ella y sabe que me siento mal cuando lo hago. En términos de Scott, sabe que al aprovecharme de la flexibilidad de la institución regulativa de la hora de recogida de su colegio, estoy poniendo a tambalear la institución normativa que determina cómo considero yo que debe portarse una buena mamá y toco las fibras de la institución cognitiva de mi absoluta e indiscutible responsabilidad sobre su bienestar.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<br /></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
La forma como los niños van comenzando a jugar bajo las reglas de la vida cotidiana, es decir, las instituciones, es un recordatorio de dos cosas aparentemente contradictorias pero que deben coexistir para que la vida en sociedad sea armoniosa. Primero de por qué las instituciones son esenciales para que podamos vivir en comunidad y segundo, de por qué es necesario tener conciencia sobre las instituciones para poder cuestionarlas en el momento en el que dejen de cumplir su papel. <span style="background-color: transparent; border: 0px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Ojalá logre transmitirle a mi hija la institución cognitiva más importante de todas, que dé por hecho que nada se puede dar por hecho.</span><br />
<br />
</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
* Scott, W. R. (1995). Institutions and Organizations. Thousand Oaks: Sage Publications.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<br /></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
En Twitter: @CristinaVelezV</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<br /></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Publicada orginalmente acá: <a href="http://www.eltiempo.com/blogs/economia_domestica/2012/11/los-ninos-y-las-instituciones.php" style="background-color: transparent;">http://www.eltiempo.com/blogs/economia_domestica/2012/11/los-ninos-y-las-instituciones.php</a><br />
<div>
<br /></div>
</div>
Cristina Vélezhttp://www.blogger.com/profile/05129045481154010947noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-17699368.post-45748138581733668932012-10-30T05:36:00.002-05:002012-10-30T08:30:00.507-05:00Los niños y las institucionesAme entendió rapidamente que la hora en la que se acaba el colegio en Hull depende de mí y no del colegio, contrario a lo que sucede en su colegio de Bogotá, donde la hora de salida es fija y determinada por la entidad. Ha sido duro para nuestra relación ya que tiene absoluta conciencia de que cuando la recojo tarde es porque preferí quedarme trabajando en vez de pasar la tarde con ella. Por supuesto, ha llevado a que la hora de la recogida se vuelva un tema más sobre la mesa; rápidamente entendió que se trata de algo flexible y que está sujeto a negociación y que ella puede usarlo para conseguir cosas. Por ejemplo, hace unos días me dijo que si la dejaba irse disfrazada, se quedaba hasta más tarde "feliz". Se fue vestida de Mérida, con arco y flechas incluídos.<br />
A mí, obviamente se me mueven las fibras más profundas de la maternidad, sobre todo cuando sé que su mejor amigo del jardín es un niño autista, porque es el único otro del salón que no habla inglés (ni nada) y que claramente Ame está por fuera de su zona de confort. Es cierto que el hecho de que se haya adaptado a estas condiciones adversas como pudo habla bien de ella, pero a uno no deja de arrugársele el corazón.<br />
Hoy me mató cuando me dijo con ojos suplicantes que por favor la recogiera después del almuerzo. Le dije que sí, pero cuando iba saliendo por la puerta del jardín, salió corriendo y me aclaró. "Mentiras mamá, más tardecito. Recógeme después del postre".Cristina Vélezhttp://www.blogger.com/profile/05129045481154010947noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-17699368.post-37065646878906044402012-10-30T03:40:00.002-05:002012-10-30T08:58:47.755-05:00De la cortesía a la igualdad<br />
<div style="color: #333333; font-size: 13px;">
<span style="font-family: inherit;">Una amiga me advirtió, con algo de ingenuidad, que la noción de igualdad de género era tan profunda en Inglaterra, que no debía esperar ningún tipo de ayuda para subir una maleta pesada o para que me cedieran el puesto a mí o a mi hija en el bus, el tren o cualquier otra parte. Después de tres meses de vivir en Inglaterra, con la única compañía de una niña de cuatro años, puedo decir que mi amiga estaba equivocada, en Inglaterra todavía falta mucho camino por recorrer en el debate por la igualdad de género. </span><br />
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div style="color: #333333; font-size: 13px;">
</div>
<div style="color: #333333; font-size: 13px;">
<span style="font-family: inherit;">Tenía razón en que no debía esperar gestos de cortesía de extraños, pero a veces, y muy felizmente, alguien aparece para sorprenderlo a uno. A menudo me he visto empujando un coche--con una niña de 15 kilos encima--jalando una maleta y cargando un morral, mientras jóvenes saludables pasan a mi lado sin inmutarse, concentrados en cogerle la mano a su novia o no quemarse con su café recién comprado. Pero ese no es un problema de género, es un problema de cortesía. Tan es así que hace unos días una bellísima mujer que cuenta con mi eterno agradecimiento me ayudó a subir el coche de mi hija desde la plataforma del metro hasta la calle. Era una de esas plataformas que están cerca del noveno círculo del infierno y ella me dio una mano mientras subíamos lo que parecían millones de escalones.</span></div>
<div style="color: #333333; font-size: 13px;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div style="color: #333333; font-size: 13px;">
<span style="font-family: inherit;">Pero no tenía razón en que todavía los temas relacionados con la sexualidad se manejan en términos diferentes cuando se trata de hombres o de mujeres. Hace unas semanas pararon el tren en el que iba para bajar a cinco señores. Ellos venían de un partido de fútbol en el que aparentemente había ganado su equipo y claramente estaban pasados de copas. Supe que estaban diciendo groserías porque la señora que iba a mi lado se paró furiosa a decirles que tuvieran cuidado con lo que estaban diciendo, que en el tren había niños, refiriéndose a mi hija que estaba a mi lado sin inmutarse con lo que estaba pasado. Me enteré después que la gota que rebosó la copa fue un chiste con alto contenido sexual que tengo que confesar que no entendí. El acento de Yorkshire todavía se me escapa. La señora los denunció ante las autoridades y las autoridades le hicieron caso. El tren se demoró treinta minutos mientras bajaron a los señores e hicieron preguntas. Nadie dijo ni una palabra en el resto del recorrido.</span></div>
<div style="color: #333333; font-size: 13px;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div style="color: #333333; font-size: 13px;">
<span style="font-family: inherit;">Hace una semana pasó algo similar pero con consecuencias diferentes. También había un grupo de personas borrachas en el tren. En este caso las personas llevaron su entusiasmo etílico más allá que los del primer tren. Hubo desnudez, concurso de eructos y cosas que no puedo describir sin tener que poner un aviso de "exclusivo para mayores de 18". La gran diferencia con el grupo de la semana anterior es que eran mujeres y que, tal vez por eso, nadie las denunció. Incluso, el conductor les preguntaba maliciosamente cómo iban las chicas necias del tren cuando pasaba en frente de ellas y ellas a su vez le pegaban nalgadas con las botellas de cerveza. Él se reía, ellas se reían aún más y los demás suspirábamos de la desesperación. El tren no tuvo demoras pero el viaje fue eterno.</span></div>
<div style="color: #333333; font-size: 13px;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div style="color: #333333; font-size: 13px;">
<span style="font-family: inherit;">Estos ejemplos muestran que no es que mi amiga no haya entendido bien el problema de género, sino que la igualdad de género es una noción que no nos hemos acabado de inventar. Si el que se hubiera quitado los pantalones fuera un hombre y no una mujer, el tren habría parado en seco sin importar dónde estuviéramos. Si en vez de haber sido una mujer pegándole unas nalgadas a un conductor hombre, se hubiera tratado de un hombre pegándole unas nalgadas a una conductora mujer, la cosa habría llegado al periódico. Tal vez a la primera plana. Pareciera como si estuviéramos muy bien entrenados para identificar las agresiones sexuales de hombres a las mujeres hasta el punto de confundir la patanería y la descortesía con violencia sexual y dejamos pasar las agresiones de género femeninas más evidentes. Claramente esto no significa que las agresiones sexuales de los hombres no sean gravísimas, si no que las de las mujeres también lo son. Sobre todo, significa que la igualdad debe pasar porque se le exija respeto a todo el mundo y que midamos las agresiones con la misma vara.</span></div>
<div style="color: #333333; font-size: 13px;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div style="color: #333333; font-size: 13px;">
<span style="font-family: inherit;">Es posible que en un par de generaciones las mujeres evolucionen en criaturas que pueden empujar coches con una mano, cargar maletas con la otra y dar compota con la tercera, pero por el momento, hay que concentrase en entender con claridad los diferentes escenarios para aprender de esta situación y tal vez lograr una convivencia más amable. Por un lado, hay dejar claro que las agresiones de género, y en particular las agresiones sexuales, son ofensivas tanto en hombres como en mujeres, que en Colombia, en el norte de Inglaterra o en cualquier lugar del mundo y que hay que denunciarlas en ambos casos. Sin embargo, también hay que entender que dejar de ayudar a alguien que está encartado con un bebé, una maleta o una guitarra, no es un asunto de género, sino más bien uno de cortesía y que confundir la descortesía con la igualdad de género es una canallada que enaltece la patanería y simplifica el debate. Al fin y al cabo, ¿usted, lectora mujer, no ayudaría a un hombre que está encartado con un bebé en un coche, una pañalera y un café hirviendo tratando de subir unas escaleras?</span></div>
<div style="color: #333333; font-size: 13px;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div style="color: #333333; font-size: 13px;">
<span style="font-family: inherit;">-----</span></div>
<div style="color: #333333; font-size: 13px;">
<span style="font-family: inherit;">PD: Sé que había dicho que iba a escribir sobre la educación como marcador de clase, pero la entrada está todavía en construcción. Tal vez será la de la próxima semana. O de la que le sigue. </span></div>
<div style="color: #333333; font-size: 13px;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div style="color: #333333; font-size: 13px;">
<span style="font-family: inherit;">En Twitter: @CristinaVelezV</span></div>
<div>
<br /></div>
Cristina Vélezhttp://www.blogger.com/profile/05129045481154010947noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-17699368.post-56887984240296805542012-10-26T05:50:00.003-05:002012-10-26T05:50:25.811-05:00La cabeza del ratón vista desde la cola del león<br />
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Los rankings siempre son antipáticos. Los primeros lugares se los pelean los mismos de siempre y los de atrás están luchando por subir algunos peldaños, a sabiendas de que nunca van a llegar arriba. </div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<br /></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Sin embargo, los rankings son los termómetro que miden desde la competitividad de un país, como el <a href="http://www.doingbusiness.org/reports/global-reports/doing-business-2013" style="background-color: transparent; border: 0px; color: grey; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; text-decoration: none; vertical-align: baseline;" target="_blank">Doing Business</a> del Banco Mundial cuya versión de 2013 acaba de ser publicada, hasta el prestigio de las universidades, como el <a href="http://www.topuniversities.com/university-rankings/world-university-rankings" style="background-color: transparent; border: 0px; color: grey; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; text-decoration: none; vertical-align: baseline;" target="_blank">QS University World Rankings</a> y algo dicen. Por una parte, es sus versiones detalladas, le pueden decir a una organización qué puede hacer para parecerse más a los primeros. <b style="background-color: transparent; border: 0px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Por otra, debido a que los criterios de medición son consistentes con el tiempo, dejan ver qué tanto ha cambiado una cosa frente a sí misma y frente a los demás en el tiempo.</b></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<br /></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Esto no implica que no se deba criticar el termómetro con el que se miden las cosas. <b style="background-color: transparent; border: 0px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Por mi parte, creo que hay que cuestionar cualquier instrumento de medición en el que los primeros siempre son los mismos.</b> De hecho, soy de las que cree que hay que cuestionar todo por principio (gracias, Mamá) y por supuesto, el ranking QS no está exento de ese escudriño. Una crítica a este indicador puede seguir la línea de este artículo de Howard Hotson en el <a href="http://www.lrb.co.uk/v33/n10/howard-hotson/dont-look-to-the-ivy-league" style="background-color: transparent; border: 0px; color: grey; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; text-decoration: none; vertical-align: baseline;" target="_blank">London Review of Books</a>, en el que defiende a capa y espada la institucionalidad académica británica sobre la americana haciendo un análisis estadístico básico. Sin embargo, la batalla que Hotson está luchando es entre los primeros y los segundos y excluye a todos los demás. Otra es la crítica que se puede hacer desde la mitad de ranking y por supuesto, otra aún desde el final. </div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<br /></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Tengo que confesar con mucha vergüenza que siento algo de orgullo cada vez que veo que mi alma mater sube puestos en el QS. De hecho, hace uno días me pillé a mí misma corrigiendo a un directivo de la universidad que hoy me alberga--una universidad pequeña de provincia que a pesar de ser inglesa está en el final del ranking--aclarándole que la Universidad de los Andes estaba por encima de una universidad mexicana de la que estaban hablando e incluso de la misma universidad en la que la conversación estaba teniendo lugar. <b style="background-color: transparent; border: 0px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Después de que se me pasó la pena, ese episodio me llevó a pensar en qué es lo que realmente significan estos indicadores para las universidades que están en la cola. </b>Concluí que, como lo indica la naturaleza de comparativa de cualquier ranking, se trata de algo absolutamente relativo. Por un lado, en un decoroso puesto 335 en 2012 escalando unos 180 peldaños, los Andes se perfiló como la sexta mejor universidad de América Latina y la primera de Colombia. Por otro, la Universidad de Hull, ubicada en algún lugar entre las 501 y las 550 y en un proceso de descenso vertiginoso, ha sido una especie de desgracia local: una organización que vive en la sombra de quienes alguna vez se pasearon por sus corredores como Anthony Giddens y Philip Larkin, pero que hoy solo refleja la decadencia de la <a href="http://teaalwaystastesthesame.blogspot.co.uk/2012/08/quedarse-dentro-de-los-limites-de-lo.html" style="background-color: transparent; border: 0px; color: grey; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; text-decoration: none; vertical-align: baseline;" target="_blank">ciudad en la que está</a> y la inminencia de lo que es más que obvio: a pesar de contar con una rectora baronesa, Hull no está, ni estará jamás, en las ligas de Oxbridge. </div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<br /></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b style="background-color: transparent; border: 0px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Sin embargo, el punto es el mismo para la cabeza del ratón y la cola del león: ninguno de los dos será llegará nunca a ocupar un puesto en la melena y eso no necesariamente es malo. </b>Tampoco es bueno. Simplemente nos indica que en la medida en que los indicadores se hagan para premiar lo que hacen tan bien quienes ocupan los primeros puestos, las universidades en la cola podrán luchar para escalar posiciones, a sabiendas de que el tope natural, tanto de Hull como de los Andes, debe de estar alrededor del puesto 150 en el mejor de los casos. Ni la una ni la otra pueden competir con los detalles de fina coquetería de las primeras universidades del mundo como las bibliotecas interminables, el salón aquel en el que Newton dio clase, o números de dos dígitos de ganadores de premios Nóbel en la nómina. <b style="background-color: transparent; border: 0px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Sin embargo, sí pueden diferenciarse en otros aspectos y llegar a definir, en sus propios términos, cuáles son los temas en los que van a ser líderes mundiales. </b>Así, algún día podrán llegar a ocupar los primeros puestos de otros rankings; de rankings elaborados con las reglas que ellas mismas crearon.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
---------</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Aprovechando esta inspiración meta-académica (¡qué palabrota!), en la próxima entrada voy a escribir sobre la educación como marcador de clase. </div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
---------</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<b style="background-color: transparent; border: 0px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Posdata:</b> Después de haber publicado la entrada anterior y de haber recibido una llamada transatlántica de mi abuela para felicitarme y todo, me di cuenta de que hubiera sido mucho más acertado traducir idleness como ociosidad y no como<strike style="background-color: transparent; border: 0px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"> holgazanería</strike>. Les pido mil disculpas.</div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<br /></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Publicado primero acá: <a href="http://www.eltiempo.com/blogs/economia_domestica/2012/10/la-cabeza-del-raton-vista-desd-1.php" style="background-color: transparent;">http://www.eltiempo.com/blogs/economia_domestica/2012/10/la-cabeza-del-raton-vista-desd-1.php</a></div>
Cristina Vélezhttp://www.blogger.com/profile/05129045481154010947noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-17699368.post-18008749277860293532012-10-26T05:49:00.002-05:002012-10-26T05:49:41.529-05:00El viejo arte de la vida cotidiana<br />
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Desde la fundación en 1993 de la revista<a href="http://idler.co.uk/" style="background-color: transparent; border: 0px; color: grey; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; text-decoration: none; vertical-align: baseline;" target="_blank"> The Idler</a>, que se traduce en algo así como El holgazán, Tom Hodgkinson ha invitado a sus lectores a trabajar menos, a gozar más, a tomar mucho vino y por qué no, a aprender a tocar el ukulele. </div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<br /></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Para lograrlo hay que renunciar a muchos de los supuestos placeres de la vida moderna, que son, según él, los que hacen que la relación entre individuo y corporación se perpetúe, amarrándonos a trabajos que detestamos y llevándonos a llenar nuestros vacíos con cosas que no necesitamos y que no podemos pagar.<b style="background-color: transparent; border: 0px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"> Hodgkinson nos invita a vivir vidas más sencillas en las que recuperemos el viejo arte de la vida cotidiana y el placer de las tareas domésticas. </b></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<br /></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Fuera de los consejos prácticos, que están escritos más para provocar y hacer reír que para ser tomados en serio--por ejemplo, dice que los niños adoran a una mamá tomada--Hodgkinson parece tener mucha razón. Somos capaces de comprar aparatos que no necesitamos, que supuestamente nos van a hacer la vida más fácil, pero no sabemos remendar un par de medias, hacer nuestro propio pan o siquiera arreglar el artilugio que acabamos de comprar cuando se dañe. La moraleja del manifiesto del holgazán es que la tranquilidad, y por ende, los espacios para vagar, no vienen empacados en un contenedor que salió del puerto de Shanghái, sino en las decisiones que tomemos sobre cómo llevar nuestras vidas. </div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<br /></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Lo más atractivo de la propuesta de Hodgkinson es que invita a una forma de hipismo sin los discursos psicodélicos y abraza-árboles que suelen darle erisipela a quienes, como yo, nos creemos racionales y científicos. <b style="background-color: transparent; border: 0px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">La idea es que recuperemos nuestra casa y nuestras vidas, trabajemos menos y vivamos la vida que realmente queremos y no la que nos venden en los comerciales de televisión</b>. Obviamente, esto supone que dejemos de querer tantas cosas, que cortemos por la mitad la tarjeta de crédito y que, en cuanto a la educación de los hijos se trata, vayamos más al bosque que al centro comercial. La lógica que está detrás de esta propuesta es muy básica: entre más sencilla sea nuestra vida y menos plata gastemos, menos plata vamos a tener que hacer, y por ende, menos vamos a tener que trabajar. Hodgkinson no nos hace invitaciones a que cambiemos nuestras vidas por culpa, por misticismo, o por cosas profundas que muevan esas fibras que los escépticos no tenemos. </div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<br /></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Claro, para renunciar a nuestros trabajos de tiempo completo, fundar una revista y un movimiento pro holganazería, hay que dejar de comprar juguetes de plástico, empezar a entretener a nuestros hijos con piedras y hojas de papel y aprender a arreglar las cosas. <b style="background-color: transparent; border: 0px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">En esencia, hay que recuperar la vida doméstica para poder vivir vidas más tranquilas. </b>Tal vez la semilla de un cambio real en la economía global: en un estilo de vida que permite tomar más trago, dormir más y ser más felices trabajando menos. </div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<br /></div>
<div style="background-color: white; border: 0px; color: #393939; font-family: Georgia, serif; font-size: 14px; line-height: 22px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
Publicado acá: <a href="http://www.eltiempo.com/blogs/economia_domestica/2012/10/el-viejo-arte-de-la-vida-cotid.php" style="background-color: transparent;">http://www.eltiempo.com/blogs/economia_domestica/2012/10/el-viejo-arte-de-la-vida-cotid.php</a></div>
Cristina Vélezhttp://www.blogger.com/profile/05129045481154010947noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-17699368.post-12404271351068505152012-10-25T15:52:00.002-05:002012-10-29T04:54:18.852-05:00La frase<span class="Apple-style-span" style="color: #2a2a2a; font-family: inherit; font-weight: 100;">"I wonder if you remember the story Mummy read us the evening Sebastian first got drunk--I mean the <i style="font-style: oblique;">bad</i> evening. Father Brown said something like 'I caught him . . . with an unseen hook and an invisible line which is long enough to let him wander to the ends of the world and still to bring him back with a twitch upon the thread.'"</span><br />
<div style="border-width: 0px; font-style: inherit; font-weight: inherit; line-height: 1.5; list-style: none; margin: 1.286em auto 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: inherit;">- Cordelia Flyte, <i style="font-style: oblique;">Brideshead Revisited</i></span></div>
Cristina Vélezhttp://www.blogger.com/profile/05129045481154010947noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-17699368.post-40521451354735470832012-10-02T06:10:00.001-05:002012-10-02T06:16:38.841-05:00Sobre la alienación y esas cosasAcabo de salir un rato a tomar el sol para aprovechar un poco . Me encontré con el profesor venezolano que está haciendo su sabático acá. Tiene un color de piel bonito que esconde los años. No sabría si tiene setenta o cincuenta. No me acordaba de su nombre así que lo salude con el muy cordial "Profesor". Me sonrío y me armó conversación. Me preguntó en qué trabajaba y yo le pregunté en qué trabajaba. Me contó que estaba escribiendo un libro sobre una experiencia de educación experimental desde una perspectiva sistémica. Después me contó que el sol activaba un receptor clave para el sistema inmunológico y que me recomendaba que tratara de tomar sol cada vez que pudiera para que no me enfermara en el invierno. Después me dijo que sentía que la universidad había cambiado muchísimo. Que él había estado en Hull hacía veinte años y que claramente la tecnología y el mercado habían logrado que pasara de ser una universidad pequeña pero muy amigable a un lugar algo alienante e impersonal. Que unos baños tan limpios y una cafetería tan grande y estandarizada no parecían ser muy amigables con la construcción de conocimiento y de una comunidad académica real. Yo miré la taza desechable de capuchino de Starbucks que tenía en la mano sintiéndome culpable. Él también la miró y sonrío, diciéndome "¿Ves?" con su gesto. Después me dijo que educar a los niños en este mundo era un reto enorme y que teníamos que protegerlos de la alienación. Le dije que siempre tenía eso presente en la educación de mi hija y omití decirle que ese proceso me preocupaba más en mí que en Amelia. Él me dijo que para nosotros (incluyéndome en ese nosotros) ese proceso era menos grave porque teníamos un pie en un lado y otro en otro. Yo no le conté que todos mis levantes de adolescencia estuvieron mediados por ICQ.<br />
<br />
Anoche estaba pensando precisamente que en Inglaterra había aprendido a través del ejemplo de Laura M y de Ángela y Jon a llevar una vida más austera y consciente y por ende, más consecuente con como me gustaría que fuera el mundo, pero esta mañana miré cada una de las fotos del desfile de Yves Saint Laurent y quise locamente tener unos vestido de esos para ponerme algún día. No sé si son sentimientos incompatibles, o si son claramente una expresión de ese proceso de alienación del mercado y la tecnología de los que hablaba el profesor venezolano. Pero después también pensé que me gusta el mercado y me gusta la tecnología como conceptos abstractos <i>y</i> como manifestaciones reales. Que el mercado permite que las personas actúen y existan libremente y se regulen sin que depender de un intermediario que limite su libertad y que también me permite comprar un vestido de YSL si algún día tengo la plata. Y que la tecnología permite que yo lea artículos académicos escritos en todas partes del mundo, incluso algunos encontrados de forma poco ortodoxa en páginas web escritas en cirílico, y que Amelia juegue a las muñecas con mi mamá a través de Skype mientras yo cocino mote de ñame en el norte de Inglaterra para invitar a ese profesor venezolano, con su familia, a comer a la casa.<br />
<br />
No sé dónde estén mis pies en este proceso de alienación inevitable, pero esperaría buscar un terreno firme para poder tenerlos en los dos costados de los que habló el profesor venezolano y ayudar a Ame a que los ponga donde ella quiera, consciente de las consecuencias de su escogencia.Cristina Vélezhttp://www.blogger.com/profile/05129045481154010947noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-17699368.post-77340402337371825532012-09-28T02:55:00.001-05:002012-11-08T04:48:54.722-05:00Está haciendo un día soleado <br />
Está haciendo un día soleado y no va a llover. Aprovecho y me pongo<i> la</i> pinta para salir. Llego a la universidad caminando como tumbao, porque claro, estoy echando pinta, y apenas me siento en el escritorio me doy cuenta de que tengo yema de huevo en el vestido y crema de dientes para niños en la bota izquierda. Suspiro. Pienso en Amelia que ya se las de de la que habla inglés y me acuerdo de cuando me dijo que no me preocupara por las manchas en su disfraz de sirena que no se ha quitado en un mes, que dijeramos que eran simples detalles. Me limpio con babas, agua de mi botella y una servilleta. La servilleta se deshace con el agua y la mancha del vestido queda peor. La mancha de la bota quita, pero tengo que urgar un poco. Me acuerdo de cuando me entrevistaron para un blog de moda. Mentí en la entrevista porque claramente no tenía muchas cosas interesantes que decir sobre el tema. Sin pudor, dije que ya no usaba vestidos de "difícil mantenimiento" ni zapatos de tacón porque cuando uno tiene hijos, no sabe cuando le van a untar helado de fresa o va a tener que cargar a un chino consentido por cuadras y cuadras. Nunca he usado tacones y casi siempre uso jeans. Pero claro, como hoy efectivamente tengo puestos un vestido de mandar a la lavandería y las botas italianas que alguna vez le robé a mi mamá, el destino tenía que saldar sus cuentas. Escribo esta bobada en vez de trabajar en el paper que tengo que presentar en un mes. Me doy cuenta de que estoy ensayando una forma verbal que nunca uso y que tal vez debería ensayar otras. Pienso que puedo usarla en mi paper, pero no sé si les parezca adecuado en <i>Administrative Science Quarterly</i>, el journal en el que quiero publicar algo algún día. Me muero de la risa y me vuelvo a acordar de Amelia, que ya casi cumple cuatro años y de Alejandro, que a pesar de viajar casi todas las semanas está aterrado de venir a Inglaterra porque cree que se va a perder haciendo la conexión en Madrid o en su defecto, llegando al "Left Lugagge" de Paddington Station, donde quedamos de encontrarnos el 3 de octubre a las once de la mañana. <br />
<br />Cristina Vélezhttp://www.blogger.com/profile/05129045481154010947noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-17699368.post-90990524114934971902012-09-17T04:53:00.001-05:002012-09-18T02:40:11.941-05:00Lo que más nos gustaCuando fuimos a Mompox con el señor marido y mis padres, le preguntamos a un niño que pasaba por ahí por su lugar favorito de todo el pueblo. Emocionado, nos llevó donde estaba instalado el circo y nos mostró la jaula del león. El circo era, por supuesto, uno de esos circos pobres y tristes que deambulan de pueblo en pueblo y el león era realmente una leona, sin melena. Estaba flaca, cansada y con lo que parecía ser sarna. El niño se fue feliz de habernos mostrado lo mejor que había en todo Mompox.<br />
<br />
Amelia ha tenido reacciones parecidas acá. Lo que más le gustó de todo Robin Hood Bay fue el helado con pepitas de colores, de Whitby el paquete de papas que encontramos enterrado en la arena mientras hacíamos un castillo muertas del frío en la playa y de York, el carrusel. <br />
<br />
Los adultos vamos perdiendo el sentido de lo verdaderamente grandioso con el tiempo. Necesitamos ruinas, historias y caminatas contemplativas con mirada de oh-qué-interesante por los pasillos de un museo para escoger cuidadosamente, y sin irnos a equivocar, qué es lo que más nos gustó. No nos atrevemos a confesar que lo que siempre preferimos es la cerveza del final, cuando ya estamos en la casa.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://lh3.googleusercontent.com/-zSFfjf29cG0/UFbzFy1NqVI/AAAAAAAAAKo/o3KLw9CyJOA/s640/blogger-image--1583551165.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://lh3.googleusercontent.com/-zSFfjf29cG0/UFbzFy1NqVI/AAAAAAAAAKo/o3KLw9CyJOA/s320/blogger-image--1583551165.jpg" width="239" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-size: x-small;">Las ruinas de la abadía de Whitby, construida entre el siglo XI y XIII por los monjes Benedictinos y abandonada a su suerte en el siglo XV debido a la falta de interés de los peregrinos en ir hasta allá, y por ende, a la quiebra.</span></div>
Cristina Vélezhttp://www.blogger.com/profile/05129045481154010947noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-17699368.post-42992624795971374692012-09-11T03:04:00.001-05:002012-09-17T06:11:39.847-05:00Una licencia astrológicaEsto me dijo Mavé esta semana, y todo parece recobrar su sentido inicial: <br />
<br />
Capricornio<br />
23 de diciembre al 21 de enero<br />
Estaba encerrado en rutinas que no lo dejaban avanzar como Dios manda, corriendo el riesgo mortal de estancarse. Es el momento de empezar nuevos proyectos para terminarlos en diciembre. La tranquilidad que se deriva de no saltar matones, como dice el lenguaje popular, le permitirá darle rienda suelta a su sibaritismo que se opone a contar centavos. Tiene derecho a hacer los viajes aplazados y a renovar su clóset de izquierda a derecha. Velas rojas, muchas velas rojas. <br />
<br />
Tomado de: <a href="http://www.elespectador.com/tarot#capricornio">http://www.elespectador.com/tarot#capricornio</a>Cristina Vélezhttp://www.blogger.com/profile/05129045481154010947noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-17699368.post-71888955306251582652012-09-01T14:46:00.001-05:002012-09-01T14:46:12.049-05:00Gente que hace que todo funcioneEn un día en el que todo puede pasar mal, las cosas terminan funcionando gracias a gente maravillosa que se cruza por mi camino. Vamos a un restaurante costoso (pero maravilloso) y por alguna razón el mesero nos regala un postre solo porque le preguntamos si era bueno ("It's on me, girls!"). Me monto al tren, no me bajo donde toca, me voy para otro lado y el señor del tren no me dice nada cuando ve que el tiquete no corresponde con el viaje ("It's okey, love. I won't say anything. The ticket to the airport will only cost you 3 quids at the next station"). Trato de llegar al hotel del aeropuerto, donde me voy a quedar esta noche con mi mamá y Ame que llegan en un par de horas después de un viaje trasatlántico y no logro llegar a pesar de que veo el letrero luminoso. Me separan unos muros y una autopista enorme. Me monto en un taxi, el señor se burla de mi un rato y yo también y me lleva por un cuarto de la tarifa de salida del aeropuerto. ("I wouldn't want you to be climbing walls like a crazyperson. Just give me five and go have a rest. It's not everyday I get to drive a Colombian a couple of blocks".)Cristina Vélezhttp://www.blogger.com/profile/05129045481154010947noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-17699368.post-18044547874383325422012-08-28T13:33:00.003-05:002015-06-17T10:39:22.921-05:00Primer reporte desde Hull: ciudades que no son de postalQuedarse dentro de los límites de lo que es aceptable para los turistas es lo más cómodo, por supuesto, pero sobre todo es lo más agradable. Los pastos cortados, la gente feliz y las cosas evidentemente interesantes, como los cuadros que hemos visto miles de veces en textos escolares y en propagandas de champú. Sin embargo, hay lugares con su propia belleza y sus muchísimos problemas que suponen un reto para sus visitantes. Kingston upon Hull es uno de esos. Los indicadores de desarrollo de la ciudad son los peores de todo el Reino Unido, incluyendo las ciudades más apartadas de Escocia y de Irlanda del Norte. El embarazo adolescente es un problema real y el desempleo juvenil es equiparable al de Bogotá. Las tasas de alcoholismo y drogadicción son muy altas, aunque los lugareños dicen que se debe a que los mejores centros de rehabilitación del país están en la ciudad. En el índice de competitividad de las ciudades del Reino Unido, Hull ocupa el último puesto: 43 entre 43.<br />
<br />
Las razones, por supuesto, son históricas. La economía de Hull estaba basada en la industria pesada, que comenzó a caer estrepitosamente en las últimas décadas del siglo XX en la medida en que las fábricas salieron de Europa occidental hacia lugares donde la fuerza laboral pedía menos prestaciones y las materias primas eran más baratas. La universidad, sin embargo, es bastante buena y está ranqueada muy bien entre sus pares en el Reino Unido. Por eso, alrededor del campus están los barrios elegantes, que siguen siendo bastante humildes para estándares europeos, con sus jardines cuidados y las aceras desyerbadas. Hacia el centro de la ciudad la cosa se va poniendo complicada. Uno sabe eso porque los últimos remansos del verano son flores de diente de león que ya miden 50 centímetros y las latas de cerveza sin recoger. La arquitectura por supuesto no se benefició de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.<br />
<br />
En todo caso, y a pesar de todo, la ciudad tiene su encanto. El río es grande y profundo. Está lleno de barcos. Hay algunas edificaciones del puerto viejo preciosas. Los edificios de los puertos viejos, altos, delgados, puntiagudos y con esos labrados sencillos (al fin y al cabo, eran bodegas, no había que excederse en el rococo) siempre me han encantado y aquí quedan un par en pie. La universidad es maravillosa. Los jardines ingleses en esta época del año, cuando se está acabando el verano y están a punto de marchitarse son preciosos. Ya dejaron de cortarlos y cuidarlos y se ven abejorros aprovechando las últimas flores y un desorden exquisito. La gente es amable. Particularmente amable. E interesante. Los hulleños tienen una larga tradición revolucionaria que data del siglo XIII que contaré en otro post. Además hay algo en el aire que me ha hecho trabajar con una eficiencia que me tiene hasta extrañada. Espero que ese algo en el aire dure hasta diciembre. Y sí, aunque la ciudad no es de postal, tiene sus ángulos, como Bogotá. Sobre todo, será mi casa estos meses y seguramente la aprenderé a querer, como uno quiere a la Carrera Séptima toda rota, trancada y pintorreteada.<br />
<br />
Por el momento, descubrí que el lugar que más me hace sentir en casa en esta ciudad es la sala de cine. Las salas de cine y los productos que ofrecen, desde las películas hasta la confitería, son iguales en todo el mundo. Así, no hay nada más reconfortante que una balacera de dos horas y unas palomitas para los viajeros que comenzamos a extrañar nuestra casa.Cristina Vélezhttp://www.blogger.com/profile/05129045481154010947noreply@blogger.com4