domingo, septiembre 19, 2010

Sobre el hecho de llamarse Cristina Vélez

Una pequeña pausa al tono de este blog para hacer una aclaración. Tengo una amiga que se llama igual a mí, que también es activa en el mundo 2,0 y que ha sido periodista en varios medios, incluyendo La Silla Vacía. Resulta que los homónimos es un fenómeno de todos los días en un país en el que en algún momento los nombres salían de los santorales y en el que Vélez es un apellido común. Yo por lo menos tengo la ventaja de que mi homónima no tiene un alias como "La Jabona" y que por el contrario, tiene un carrera de la que me siento orgullosa.

Para que no crean que estoy usurpando identidades aclaro lo siguiente. La tocaya es politóloga y ejercía como periodista, pero está haciendo una maestría en políticas públicas porque quiere meterse a trabajar en el Gobierno y tal vez, algún día lanzarse a hacer política decente. Yo soy historiadora y estoy haciendo un doctorado en administración porque estoy huyendo del sector público y tal vez quisiera algún día escribir sobre el tema, y tal vez hacerlo en un medio periodístico.

Somos amigas del alma desde el primer semestre de universidad (10 años hace) y en el mundo 1.0 nunca nos habían confundido porque somos diferentísimas. Cada cual con su sabrosura. Una foto para probarlo-la de su izquierda soy yo (Cristina Vélez Valencia) y la de la derecha, la tocaya (Cristina Vélez Vieira).

La que era la novia el día en el que tomamos esa foto (la de la mitad) solucionó el problema y siempre habla de Cristina Vélez Mona (esa soy yo) o Cristina Vélez Paisa (esa es la tocaya.)


¿Alguna pregunta?

martes, septiembre 07, 2010

La hija de Gaitán y los hijos de puta

Advertencia: lenguaje soez

El viernes conocí a Gloria Gaitán. La hija de Jorge Eliécer Gaitán.
En tres minutos de conversación nos tomamos 10 fotos y me explicó que todo el mundo era un hijueputa. Incluyendo a Herbert Braun, autor de Mataron a Gaitán, que a mi gusto, es un libro bastante apologético.
Según ella, Braun desdibujaba a Gaitán el hombre. Afirmó también que nadie hasta el momento había entendido realmente lo que había detrás de la figura de su padre y su poder discursivo.
Según ella, todos los que habían intentado hablar de lo que era Gaitán realmente, habían sido callados y no habían recibido sino portazos en la cara de todos los hijueputas que controlan la cultura en este país.
Según yo (y no se lo dije para que no me dijera hijueputa también) Gaitán fue muy importante, pero todo el rollo del Bogotazo no fue sobre él, fue sobre muchas personas. Fue sobre el Pueblo. Así, con mayúscula.
No sé si se trata de un sesgo de historiadora formada como cuasi socióloga en una escuela annalista, pero no importa que tan Gaitán sea, la historia no es de los personajes ni éstos son sus verdaderos protagonistas. Los héroes venden libros, pero las masas mueven las estructuras.

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A pesar de todo, quedé con ganas de volver a hablar con Gloria Gaitán, consciente de que va a destruir todo lo que represento y de que en su cabeza, estoy dentro de la categoría de los máximos hijos de puta.

viernes, junio 18, 2010

Competitividad y Fútbol

Estaba en proceso de construir un montón de gráficas relacionando diferentes variables para una presentación en Power Point y después de procastinar durante toda la mañana, logré concentrarme en algo específico durante casi dos horas: la relación entre la competitividad de los países, según el Foro Económico Mundial y sus equipos de fútbol, según la FIFA. La conclusión final: no hay ninguna relación entre el futbol y la competitividad de los países. Los países más baseados pueden ser campeones del Mundial.

Si aislamos los países que clasificaron al mundial de los otros, la gráfica se desordena aún más:



A excepeción de nueve países de una muestra de 124, ninguno está rankeado en el indicador de competitividad y en el de la FIFA con menos de 5 posiciones de diferencia. Los únicos países "ordenados" (con ubicaciones similares en ambos rankings) son los siguientes:

No se sorprendan si sus pollas salieron mal, en el fútbol se ve de todo.

Fuentes: Índice Global de Competitividad 2009, Foro Económico Mundial. Fifa, Ranking a mayo de 2010.

sábado, mayo 08, 2010

Sobre Mockus y el neoliberalismo

Hace unos días le hice un comentario fuerte a Luis Guillermo Vélez en su blog de La Silla Vacía. En pocas palabras, Vélez afirmaba que los seguidores de Mockus lo seguían de forma irracional y no se habían dado cuenta de que era neoliberal. Irracionalmente, me despeluqué y le contesté lo siguiente:

"Eso es lo que me gusta de Mockus. Lo prefiero a los asesores económicos de Santos--los principales defensores de la eliminación de los parafiscales, tema con el que también estoy de acuerdo--descolgando los estudios que habían hecho sobre los beneficios de trasladar esa sobretasa al empleo al IVA o a la renta, de la página de los Fedesarrollos y demás. También prefiero a alguien que quiera atacar la informalidad, en lugar de seguir alimentándola porque la salud gratis y los subsidios traen votos. Estoy de acuerdo, Mockus es neoliberal, pero eso es precisamente lo que me encanta."

Después de haberla publicado y de un comentario de El
Juglar del Zipa en el que calificaba mi comentario de “encantador”, con todo el sarcasmo que lo caracteriza, me di cuenta de que había sido un poco facha y que estaba dándole la razón a la entrada anterior del blog de Vélez, en el que decía que los seguidores de Mockus se parecían muchísimo a los del Tercer Reich. Por eso, decidí usar este espacio para aclararlo, por lo menos en mi conciencia.

Yo sí soy neoliberal. Tan horrible como suene, soy de las que todavía creo que en el mercado, en un aparato estatal pequeño y aunque suelo ser más pro regulación que un economista "freshwater" (remitirse a este
artículo de Krugman para los que no saben de qué estoy hablando), me desespera el uso irresponsable de los recursos públicos en aras de mantener los votos. Y sobre estaba hablando de dos cosas específicas.

Primero, creo que Colombia tiene un sistema de salud que funciona relativamente bien. Y si bien estoy consciente de que no es perfecto porque he sido víctima de primera mano de su ineficiencia, sé que está muy bien en comparación con los de otras partes del mundo y que a la larga, en el 98% de los casos, lo terminan tratando a uno. Así mismo, teóricamente, el sistema de contribuyentes/subsidiados tiene sentido. Sin embargo, está claro la cosa no ha funcionado como se pensó inicialmente, y el número de afiliados al régimen subsidiado desborda al número de afiliados al régimen contributivo.

Creo firmemente en que la salud debe ser un servicio universal y público. Aunque no siempre lo preste el Estado, éste debe regularlo y definir un sistema para que todos tengan acceso, incluyendo los que no pueden pagarlo. Sin embargo, esto no significa que sea gratis. El servicio hay que pagarlo de una forma u otra, bien sea a través de IVA, impuesto a la renta, o las contribuciones a la Seguridad Social de los colombianos. Los que pueden pagar tienen que hacerlo. Ya hay mecanismos para que los que tienen salarios variables y ganan menos del mínimo coticen por debajo, pero el problema es que hay que publicarlos y fomentarlos para que la gente lo haga, vea los beneficios de hacerlo y entienda que si no lo hace, el sistema se quiebra.

Segundo, Colombia cuenta con uno de los sistemas de focalización mejor jalados del mundo: el Sisbén. La base de datos del Sisbén tiene información detallada sobre la población más pobre y vulnerable del país para que los programas sociales del Estado sepan en dónde y a quiénes deben otorgarles sus servicios (léase subsidios, asistencia, o lo que sea). Sin embargo, muy pocas entidades utilizan el Sisbén como debe ser, a pesar de que les facilitaría el trabajo. Algunas por pereza y otras por estrategia, prefieren mantener algunos colados en sus listas para no asumir el costo político.

Yo creo que los subsidios y los programas de asistencia son clave para superar la pobreza extrema. De hecho, un estudio liderado por uno de los economistas jóvenes más brillantes que conozco, Roberto Angulo, muestra que el índice de pobreza de Colombia sería un poco más de 14 puntos más alto del actual si no fuera por los programas sociales existentes. Sin embargo, creo que una cosa es otorgar subsidios a las familias en pobreza extrema o en situación de vulnerabilidad y otra es que se le vaya la mano al Gobierno en la "generosidad".

Finalmente, sobre los parafiscales tengo otras dos cosas que decir. Primero, la mayoría de los parafiscales que se pagan en Colombia no se van a la financiación directa de los programas del ICBF y del SENA. La plata recaudada es mucho mayor a lo que están en capacidad de gastarse estas entidades, y el restante termina en TES. Esto es bueno para la política macroeconómica del país, pero malo para los argumentos pro parafiscales. Segundo, aunque todavía no estoy segura de si se deben o no eliminar los parafiscales ya que los argumentos de parte y parte todavía no me han terminado de convencer, sé que el defensor número uno de su eliminación hasta hace unos meses fue Mauricio Santamaría, otro economista brillante que ejerce como Director Adjunto de Fedesarrollo y ahora como asesor económico de la campaña de Juan Manuel Santos. Supongo que ahora que este tema es uno de los caballitos de batalla de la campaña de Santos en contra de Mockus, le habrá tocado a Santamaría desaparecer sus estudios, presentaciones, artículos y comentarios sobre el tema y conseguirse un esferito como el de Men In Black para borrarle la memoria a la gente. Afortunadamente a la mía no han llegado.

Finalmente, y volviendo al tema inicial, a pesar de que Luis Guillermo Vélez me gusta por provocador y pragmático, su entrada me despelucó. El
Juglar del Zipa no hubiera podido describir mi mal genio mejor diciendo algo como "claro como los seguidores de Mockus son mamertos y no entienden, no saben que es neoliberal". Si bien sé que Vélez nunca me va a leer, me gustaría decirle que muchos de los que vamos a votar por Mockus, o por lo menos yo, no somos mamertos, sabemos que Mockus no es mamerto y sobre todo, no somos idiotas. Además, quisiera que también supiera que tampoco es la primera vez que vamos a votar por él.

PD. Lo que me terminó de despelucar es ver que la metáfora del pastor báltico no se le había ocurrido a Vélez solito sino que lo sacó de
The Economist y no le dio crédito.

martes, marzo 23, 2010

Fertilidad, salud sexual y el siglo XXI

A y yo estamos casados hace cinco años. Los mismos años que tiene este blog. Hace un par de años, nos lanzamos en la aventura loca de tener un hijo. Lo pensamos muchísimo hasta un día en que dejamos de pensarlo tanto y juash: la pequeña A fue concebida.

Ambos somos profesionales, tenemos maestrías, ingresos estables, familias que nos apoyan, un proyecto de vida compartido, una niñera de miedo y a pesar de que la gente suele considerarnos como “buenos papás” la cruda verdad es que estamos absolutamente engalletados la mitad del tiempo. Las preocupaciones sobre la paternidad/maternidad solo se han complicado con el tiempo. Ya sabemos qué hacer cuando la niña tiene mocos, no hay necesidad de llamar a la pediatra, pero estamos en la etapa en que hay que comenzar a implementar disciplina en serio y los dos nos morimos del susto. Adoptamos el sistema “time out” que bautizamos como “tacho” porque los dos le tenemos fobia al spanglish excesivo, un poco por una postura más snob de los que salpican el español con inglés mal pronunciado (con ese comentario ya no tengo que explicar porque se trata de una postura extra snob.)

Tener un hijo es un camello. Es una maravilla, pero un camello.

Además, parafraseando las sabias palabras de mi mamá, en la vida todo se puede echara para atrás (ella diría: “Se puede voltear un camión lleno de huevos, no me voy a voltear yo que tengo dos”) excepto tener un hijo. Además de que apenas nacen uno entra directamente al mundo de los “papás” sin solución de continuidad y le cambia un chip en el cerebro que se acuerda de los domingos sin hacer nada y de las rumbas hasta que cantaran los pajaritos con nostalgia, lo más absoluto es que niños no se pueden devolver.

Hoy me enteré de unas cifras de salud pública que me dejaron absolutamente aterrada y me pusieron a pensar sobre la maternidad. Provenían de una experta salubristas. Si yo, que tengo la infraestructura supuestamente ideal para tener un bebé y soy considerada “fresca” por la gente a mi alrededor, me complico la vida, ¿qué pasa con las madres solteras de 15 años en la quinta loma de Ciudad Bolívar?

Según Profamilia, en 2008 hubo alrededor de 400,000 abortos ilegales en Colombia, mientras los casos de abortos avalados por la decisión de la corte, no llegaron a 10.

Así mismo, mientras ha habido una disminución importante en la fertilidad de las mujeres colombianas mayores de 18, acercándose a las tasas de los países europeos, la fertilidad de mujeres menores de 18 se ha triplicado en los últimos 15 años. Es decir, si una mujer llega a los 18 sin tener hijos, lo más probable es que cuando los vaya a tener, sea fruto de una decisión responsable y pensada. Si en cambio tienen un hijo antes de esa edad, entran en la peor trampa de pobreza que además afecta de peor manera a las mujeres. (Nota: mi fuente tenía cuatro whiskys encima, pero estoy segura de que los datos son bastante certeros, la desviación etílica no debe ser muy significativa).

En los cuatro años que llevo trabajando en temas de política pública, no he visto ni un Conpes sobre el tema: ¿Dónde hemos fallado? ¿Por qué ayudar a que las mujeres decidan de forma responsable sobre su fertilidad no es una prioridad?

Todavía existe esa angustia de Guerra Fría de que hablar de salud sexual es hablar de implementar métodos anticonceptivos a la fuerza a la población más pobre sin ni siquiera preguntarle o de meterse en un lío religioso de la Madonna.

Sin embargo, le tengo fe al siglo XXI y creo firmemente de que no sólo estamos listos para abordar el tema con seriedad, si no que es la hora de hacerlo. Si una mamá estrato 6 con todos los juguetes a veces se siente desprotegida (especialmente a la hora de balancear trabajo-familia) que pasa con una niña de Sisbén 1?

No se me ocurre ninguna solución en el momento, pero claramente es un problema que hay que atender. Con urgencia.

viernes, febrero 19, 2010

Angustia política: jóvenes, debates y delirios

Yo debería irme a vivir a Suecia en época de elecciones. O a Bélgica, mi alter patria que puede vivir seis meses sin que se defina quién es el primer ministro y no pase nada (hasta que se descarrila un tren y ahí sí se arma Troya).
La política me genera un ambivalencia terrible. Me atrae, pero la detesto. Me gusta, pero me repele. Me da angustia y me da risa. Me parece bonita y me parece un adefesio. Todo al tiempo o por pedazos dependiendo del día.
Estas elecciones, por ejemplo, decidí coleccionar los volantes que me dan en la calle. Bajo el riesgo de que me boten por hacer proselitismo político, tengo el panfleto de José Galat en mi escritorio. Me encanta porque parece sacado de Popular de Lujo y de un manual para señoritas del siglo XIX, como éste. Tengo muchos otros, del Mira, de Mapi Velasco, de Clara Rojas, de Roy Barreras, de un par de goditos y de otros del Polo. Me falta del de Nerú, el de Aura Cristina y me muero por tener uno de Piedad. Los voy a poner en un álbum para la posteridad. Incluso, cargo unos de Isabel Londoño en mi maleta para entregarle a las personas que no saben por quién votar a la Cámara (eso sí es en serio, en verdad me encantan sus propuestas y lo confieso, soy feminista y de las mamonas).
En Twitter estoy siguiendo a algunos candidatos y me han bombardeado por Facebook los candidatos jóvenes.
No me he perdido ni un debate y de hecho, ayudé a construir el fondo de un debate con candidatos a la Cámara sobre regalías en Votebien. Así mismo, he seguido LaSillaVacía religiosamente, y los blogs sobre el tema con aún más fervor. Y por supuesto, ayer estuve pegada a la pantalla de mi computador viendo el debate de los candidatos jóvenes al Congreso.
Ahora sí entrando en materia, este debate alimentó tanto mi angustia electoral, que quería compartir mis impresiones. Advierto desde antes, que como todo en la vida, son tendenciosas y sesgadas. Por eso precisamente son MIS impresiones.
Había cinco candidatos. Dos liberales, Camilo de Guzmán y Simón Gaviria; uno de la U, Jorge Enrique Gómez; una de Cambio Radical, Lina Valenzuela y uno de Movimiento Social Indígena que estaba representando a Fajardo que no me acuerdo cómo se llama.
Por lo general, los candidatos jóvenes gustan porque son sinónimo de pureza e inocencia, como una especie de ninfas impúberes, cuando hay varios candidatos que a unos tiernos 25 años ya han cambiado de partido un par de veces, participado en torcidos, comprado líderes, etc. Sin embargo, éstos parecen ser de los "buenos".
Hubo tres cosas que me llamaron la atención del debate.
Uno, cuatro de los cinco candidatos, es decir, los cuatro de los que me acuerdo el nombre, son de colegios bilingües de élite de Bogotá. Sin que eso sea algo determinante, sí me pareció interesante que todos hayan (hayamos) jugado juntos partidos en la Uncoli. Y no de cualquier miembro de la Uncoli, sino de la crema de la crema de la Uncoli. Vaya diversidad.
Dos, las mujeres estábamos subrepresentadas y no sólo en número sino en calidad. Lina tiene las mejores intenciones, pero no tenía ni idea de lo que estaba haciendo: ¿Incentivos tributarios para las madres cabeza de familia? ¿Qué es eso? Si todas las madres solteras declararan renta, no habría ningún problema social: ellas estarían mandando en el Congreso desde hace rato.
Tres, la preparación se notan. Al margen de la edad (los candidatos oscilaban entre los 27 y los 34), a los que mejor le fue fue a los mejor preparados y no solo por la cancha sino por el tiempo que le dedicaron a armar su discurso. Lo primero que tiene que hacer un candidato es aprenderse un discurso de un minuto explicando porqué la gente tiene que votar por él o ella. Eso lo enseñan en Política 101 y se llama el discurso del ascensor.
Camilo de Guzmán fue el rey en este aspecto. 59 segundos y lo había dicho todo. Claro, contundente y convincente. Simón Gaviria se concentró en lo que ya había logrado. Muy bien, se nota que tiene cancha. El de la U casi se muere de un paro cardiaco de la emoción. No entendí nada porque estaba preocupada porque se iba a caer de la silla. Lina Valenzuela usó solo 15 segundos y dijo poco dejando mucho que desear: "Voy a apoyar a las madres solteras porque necesitan mucho apoyo."
La cereza del helado fue candidato del MSI que en un minuto no solo logró que se me olvidara su nombre para siempre sino que le hizo perder varios votos a Fajardo, comenzando por el mío. "Yo no estoy en un movimiento político ni en un partido, estoy en un proyecto personal en torno al doctor Sergio Fajardo. Él es el que va a recobrar la moral, la ética y la seguridad urbana y la confianza." Dijo además que le había parecido excelente conocer otros jóvenes candidatos y que le habían hecho pensar en que los partidos no eran tan malos después de todo, aunque su proyecto era apoyar a Fajardo.
Quedé en pánico. ¿Cómo así que se trata de un proyecto "personal"? ¿Qué pasa con las instituciones? ¿No han visto lo que pasa con los proyectos en torno a una persona? ¿Será que son los únicos que necesitan cuatro años más para saber que lo que le hace falta a este país son instituciones y partidos sólidos y no un Mesías? No sé si Fajardo sea efectivamente un Uribe de blue jeans pero sus áulicos definitivamente lo ven de esa forma.
La conclusión final es que seguiré buscándole el lado amable a las campañas, seguiré tomando gotas de pasiflora del Dr. Bach para sobrevivir estos meses y que en la política, definitivamente los prefiero mayorcitos, aunque me encantaría volver a ver a Gaviria en la Cámara y ver a de Guzmán estrenándose.

viernes, enero 22, 2010

El Hogar Otto


A un par de cuadras del centro internacional, cuna de banqueros y tecnócratas, precisamente en la Caracas con 25, queda el Hogar Otto.
En la foto no se ve bien, pero se trata de un parqueadero/hotel/estadero para indigentes. Por la puerta semiabierta se alcanzan a ver carritos de mercado remendado llenos de los tesoros de cada uno de los suertudos que alcanzaron a conseguir los 2000 pesos que cuesta el día. Los que tuvieron más suerte, pagaron 2500 y se quedaron en "Playa Alta".
2.000*30=60.000 al mes. Un poco más del 11% del salario mínimo.
Aquí no hay economías de escala.

lunes, enero 18, 2010

Zanahorias disfrazadas de garrotes

La teoría de juegos es una de las áreas de la economía que más me seducen. Poco entiendo de las complejas matemáticas detrás de los cálculos que hacen los economistas, pero las conclusiones me encantan.
En parte, porque me da risa que tengan que correr un modelo econométrico complejísimo para llegar a las mismas conclusiones a las que llegaría un científico social basado en cualquier sociólogo clásico. Incluso, a las que llegarían cinco señoras en sus sesiones de costurero de los martes basado en los consejos de sus madres, de los que le dan a sus hijas y salpicados por el último libro que encontraron en la caja del supermercado.
Y en parte, porque me sorprende que estos complejos modelos prueben esas sencillas observaciones empíricas sobre el comportamiento humano.
Por eso, quería compartir este artículo de The Economist sobre un estudio realizado por economistas de renombre en una fábrica china. Aparentemente, a la hora de motivar a los trabajadores, sirven más las zanahorias disfrazadas de garrote, que las zanahorias solas. La idea de perder algo que ya se tiene genera compromisos más poderosos que la de ganar algo adicional. Este principio es bastante relevante para nuestro día a día a la hora de reprimir, motivar, convencer o vender. Incluso se aplica a las campañas políticas, un tip para los que andan encampañados...¿qué están ofreciendo que puedan disfrazar de garrote?
Por mi parte, en mi tarea de madre y responsable de la educación de A.ita, prefiero ser de las ingenuas confiadas que dañan todos los experimentos de teoría de juegos. Yo ilusamente voto siempre por el bien común y me quedo con la mitad de la nota, pero espero que mi hija haga lo mismo. Mis observaciones empíricas me han demostrado que sumando los restos que me quedan de haber tomado decisiones ingenuas pero orientadas al bien común, tengo más en tranquilidad y serenidad (perdonarán la nota cursi) que los que optan por el camino fácil y egoísta. No estoy diciendo que mi motivación para hacerlo sea altruista. Lejos de eso, se trata de algo bastante egoísta. Bourdieu diría que esa es mi forma de buscar reconocimiento de los demás y reforzar mi existencia. A la larga, me la estoy jugando por mi propio bienestar.
Habrá que correr un modelo para ver si eso también se puede probar con números.

jueves, enero 14, 2010

Otra reflexión sobre Haití

Están organizando en mi oficina una recolecta de drogas, no perecederos, kits de aseo y otros insumos necesarios para los haitanos en este momento. Es más fácil donar cosas que 100 dólares a través de Internet. Estoy viendo que el problema tiene poco que ver con el valor y mucho con la materialización del acto.
Los mismos 100 dólares de Habitat for Humanity en medicamentos para el dolor que uno compró, cargó, llevó y envió, parecen tener más sentido.

Les recomiendo este blog sobre el tema: http://blog.ted.com/2010/01/the_haiti_trage.php
Dicen con claridad cuáles son las cosas que se necesitan realmente. ¿Alguién tiene un helicóptero que les sobre para prestar?
Está página también es clave: http://Haiti.Ushahidi.com/

Alguién tiene que decirle al Presidente que según los expertos lo único que NO se necesita en Haiti en este momento es gente que no sea socorrista, profesional de la salud, o que pueda ayudar de verdad. Que por favor se quede en Colombia.

miércoles, enero 13, 2010

Haiti e Ian McEwan

Estoy aterrada con la situación de Haiti. Es absolutamente escalofriante. Además, me siento tremendamente impotente. He estado monitoreando las noticias, las páginas web, los blogs y lo demás que he encontrado sobre el tema como si estar enterada sirviera para mejorar la situación. Incluso le escribí a M. que trabaja en una aerolínea gringa que vuela a todo el Caribe, para organizaran una campaña de donación de drogas y no perecederos y los enviaran a Port au Prince. Obviamente ya lo estaban haciendo.

Sin embargo, tengo que hacer una confesión que hacer: no he sido capaz de donar a las organizaciones que están pidiendo recursos para atender la situación. Habitat for Humanity tiene una página en la que uno puede donar en 10 minutos. Sin embargo, la parte de “Amount in dollars” me paraliza. ¿Cuánto puedo donar? ¿100 dólares? ¿200 dólares? ¿20 dólares? ¿Y las fundaciones colombianas? ¿No debería donar algo más bien para los de acá, así estén menos peor? ¿Y la cuenta del agua, el colegio de A., los zapatas que vi en descuento? Es un conflicto moral como el de los personajes de Ian McEwan: “Estoy preocupada, pero no hago nada. Al fin y al cabo yo estoy viva y los míos están bien. Debería hacer algo, pero al fin y al cabo mi plata no aporta tanto, no puedo donar mucho y además seguro se lo robarán. Pero que situación tan horrible. Y las caras de desesperación de esa gente.” El botón de “Donate now” saca la pequeña mezquina que hay en mí.

Uno podría buscar una explicación racional basada en las historias de horror sobre la corrupción en organizaciones sin ánimo de lucro y humanitarias. Y con el hecho de que a veces me caen mal las personas con actitud “holier than thou” que trabajan en los Peace Corps, o son Médicos sin Fronteras.

Sin embargo, esta mañana compré dos tiquetes para ir a Cartagena en línea y no debe ser tan difícil poner los números de la tarjeta de crédito y espichar “submit” para Habitat for Humanity (tienen cara de ser los más serios). ¿100 dólares será suficiente para amortiguar mi complejo de culpa y luchar contra el personaje de McEwan que tengo adentro?