miércoles, agosto 15, 2012

¿Intelectuales nazis?

(Aviso: este post está largo y aburrido)

Escribir sobre el nazismo es enredado y difícil y por eso hay que comenzar siempre con una aclaración: los revisionistas me parecen de lo más cafre que ha producido la academia mundial y creo que todo lo que sucedió alrededor del nazismo, desde el desdén generalizado de la ciudadanía frente a lo que estaba sucediendo, hasta las atrocidades cometidas en los campos de concentración, está en el top 3 de eventos vergonzosos de la historia de la humanidad. Pero también creo que cuando uno quiere explicar las cosas, es necesario dar cuenta del contexto y de la época y tratar de saber qué estaba pensando la gente cuando sucedieran las cosas, con la claridad absoluta de que explicar no es justificar.

Ahora sí: Reichel-Dolmatoff fue nazi. Eso dijo Oyuela-Caycedo en el congreso de americanistas que se celebró en Viena hace un par de meses. Dijo también que no solo había simpatizado con el nacionalsocialismo sino que también había participado directamente de una masacre. Incluso, dice que hay indicios de que él mismo le disparó a un hombre mayor, según una posible transcripción de su diario en una publicación llamada La revolución alemana. Después dice que se desapareció unos años y volvió a aparecer en Francia como miembro de la resistencia antihitleriana, movimiento que auspicio su venida a Colombia como un perseguido del nazismo. La historia completa no la sabremos nunca: si efectivamente se trata de una posible historia de redención, como lo sugiere Camilo Jiménez en su artículo de Arcadia, o si Reichel-Dolmatoff se disfrazó de antihitleriano para poder salir de Europa limpio. Yo por lo menos sé que me gustaría creer la primera tesis, convencida de que los científicos, por su formación, tienen una profunda capacidad de autoreflexión y de transformación, aunque también sé que difícilmente hay suficiente información para confirmar una tesis o la otra. Es muy posible que Reichel-Dolmatoff ni siquiera le hubiera contado la historia completa a su esposa, ni a sus hijos. También es muy posible que las piezas encontrados por Oyuela-Caycedo armen un rompecabezas diferentes al que él armó. O tal vez sí. Al fin y al cabo Reichel-Dolmatoff era joven, blanco y cristiano en Austria en los 30 y así mucha gente no sepa de historia, por lo menos casi todos hemos visto La Novicia Rebelde y sabemos qué estaba pasando por allá en esos años. No sé.

Lo que sí sé es que esta noticia ha causado un gran revuelo en la academia colombiana y que es un buen momento para pensar sobre los orígenes de la antropología en Colombia y sobre sus fundamentos, comenzando por la reflexión más evidente: la antropología en general tiene orígenes oscuros. La antropología, como lo recordó @pcastano en Twitter ayer, es una ciencia que comenzó sirviendo los intereses colonialistas de las naciones europeas bajo la premisa básica de que para conquistar, había que conocer. Y así también surgió la arqueología, el siguiente paso después de la conquista, motivada por el interés de llevar bellas evidencias del territorio conquistado para exhibir en las metrópolis. Además, la guerra y los saltos en la ciencia siempre han estado íntimamente relacionados, y no solo en las ciencias duras. No más la expedición de Richard Evan Shultes al Amazonas colombiano fue financiada por el gobierno estadounidense con el propósito de buscar fuentes de caucho sostenibles, material esencial para los equipos de guerra. Hay gente que ha escrito con seriedad sobre estos temas, pero solo quería dar una idea.

Así, en el fondo no sería tan raro que el trabajo de Reichel-Dolmatoff estuviera inspirado en el nazismo, o en su posterior antinazismo, quien sabe. Mircea Eliade, también antropólogo y padre de algunos de los conceptos clave de la antropología moderna, como la idea de arquetipo, fue un nazi puro y duro. Lo que sí es absoluto es que es evidente que la exploración de los pueblos indígenas en Colombia tenía que comenzar por ahí, por un europeo interesado en esos temas por X o Y razón, porque los colombianos no lo iban a hacer (para entender eso, los invito a echarse una repasadita de la historia del siglo XIX colombiana). Las revelaciones de Oyuela-Caycedo sobre Reichel Dolmatoff son una invitación a hacer esta reflexión con seriedad.

Pero en esta polémica también hay otra historia. La de un investigador que decide sacar sus denuncias cuando el otro ya está muerto y no puede defenderse*. Ahí también hay otro ejercicio de sociología del conocimiento que alguien debería emprender. Otra vez, no sé cuál sería la conclusión de tal trabajo. Tal vez, si me permiten la referencia obligada a Eliade, otro intelectual cuestionado, estamos en una discusión metida en el mito del eterno retorno.

*NOTA: Hay que aclarar que Oyuela-Caycedo no hubiera podido hacer esas denuncias cuando Reichel-Dolmatoff estaba vivo porque según la nota, las pesquisas son recientes y Reichel se murió en 1994.


Fuentes para consultar sobre esta polémica:

http://www.revistaarcadia.com/impresa/polemica/articulo/el-pasado-nazi-reichel-dolmatoff/29258
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2012/08/120814_colombia_antropologia_nazi_reichel_dolmatoff_aw.shtml

2 comentarios:

Maldoror dijo...

"Pero en esta polémica también hay otra historia. La de un investigador que decide sacar sus denuncias cuando el otro ya está muerto y no puede defenderse."

Pero una pregunta...¿este personaje que reveló estos documentos, los conocía cuando Dolmatoff estaba vivo, o fueron los encontró ya después de que el austriaco en cuestión hubiera fallecido? Si es lo segundo, pues no veo como se le pueda acusar de publicarlos cuando Dolmatoff ya no podía defenderse.

Cristina Vélez dijo...

Tienes razón, ahí hay un error de lógica grave. Voy a reescribirlo.