Después de unos meses largos, complicados en exceso, de cofusión innecesaria y obstáculos autoinducidos, creo que acabo de dar la paz. Y estoy dando la paz como esas primas lejanas de las que habla mi abuela: "Esa muchachita por fin dio la paz, pero qué guerra alcanzó a dar".
Pues yo llevaba un buen tiempo dándome la guerra. Por alguna razón, estaba necesitando sobredosis de frivolidad, drama, angustias, y escenas de telenovela. Puse en pausa el criterio y mandé de vacaciones a un par de neuronas. No ayudaron las circunstancias, tampoco. El destino se encargó de derrumbar la parte de mi mundo que yo no había derrumbado sola. Pero acabo de dar la paz. Y como estaba lidiando la guerra en mis tripas, fue cuestión de que el cerebro agitara la bandera blanca. Tuve que tomarme un vaso grande de un licor dulce y almendrado y llorarle borracha al taxista que me llevó a la casa para dar la tregua, pero a pesar del dolor de cabeza que tengo, creo que no me tuve que dar tan duro para volver. En medio de todo, toqué un fondo pando.
Tuve suerte. Y la verdad es que siempre he tenido suerte. Por eso precisamente es que la guerrita que estaba lidiando era injusta, ilegítima y estúpida como todas. Tendré que arrastrar un rato la vergüenza hasta que se me olvide o deje de importarme. Tendré que hacer un par de llamadas para pedir perdón. A otros no los voy a llamar nunca, pero igual tendré que esperar que entiendan mi desaparición como una forma de pedirles perdón. También tendré que perdonar.
Esta vez, yo soy la muchachita que dio guerra y está dando la paz. Y se siente muy bien.
sábado, mayo 21, 2011
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3 comentarios:
Periodo de catarsis que llaman.
A mi me dio ganas de llorar...porque me identifique con las palabras y sobretodo las emociones...gracias porque todos los dias me llenan tus palabras de bienestar. Eso me parece una amistad mas valiosa que otras por mas que nos veamos poco.
Camilo, efectivamente fue un periodo de catarsis. Nada lo describe mejor.
Diana, ¡te adoro!
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