domingo, junio 26, 2011

Sociología de ciclovía:* los piropos

Hoy salí a hacer el simulacro de la Media Maratón. El entrenador elegantísimo que está pagando Excercise is Medicine para los estudiantes de la Universidad de los Andes nos dijo que era el último fin de semana que quedaba para hacer ese chiste. Que si lo hacíamos después, no alcanzábamos a recuperarnos para la carrera de verdad. Como yo soy una niña juiciosa y sigo instrucciones, salí a hacer la tarea. Y como salí a correr sola y sin música, tuve la oportunidad de hacer dos horas largas de sociología de ciclovía y de observar el funcionamiento de la cultura del piropo bogotana.

1. Hay una forma de saber si uno le está pareciendo buena a los tipos de la ciclovía: el doble chequeo. Siempre que salía a correr con mi amiga Maclu, me daba cuenta que los señores en bicicleta la pasaban y después de pasarla volteaban la cabeza para chequearla por el frente. Los señores son bastante liberales con a quien le aplican el doble chequeo: básicamente a cualquier humano con cromosomas XX. Sin embargo, creo que como normalmente salgo a correr empujando un coche, no había sido objeto de la técnica. Los coches (con niños adentro, valga aclarar) son el principal factor de intimidación para el sexo opuesto. Hoy salí sola y pillé por primera vez en muchos años a varios señores aplicándome el doble chequeo. Los adoré porque me hicieron reír muchísimo por lo predecibles. También porque estuvo bien para el ego, debo confesar.

2. La segunda forma de saber si uno les está pareciendo buena a los tipos de la ciclovía son los piropos. La mayoría de los señores optan por el cobarde doble chequeo silencioso, pero los más elocuentes (y suelen ser señores mayores con bicicletas más sencillas) se despachan en piropos. Hoy me dijeron varios. Eso tiene que ver con que estuve mucho tiempo corriendo e hice un recorrido diverso: de la 92 por la 15 hasta la 72, de la 72 hasta la 32 por la séptima y desde allí hasta la 116. Lo anoto porque hace rato no me pasaba. Uno me dijo el clásico "con esa pierna para que la otra". Otros optaron por el típico "mamacita". Sin embargo, el piropo que nunca voy a olvidar fue del de dos señores que venían en la dirección contraria caminando. Al pasar, uno me dijo "hermosura" pero después del doble chequeo le dijo al otro: "pero no es pa'tanto hermano, está como culiplancha". Casi me matan de la risa.

3. El doble chequeo es la práctica estándar en las zonas en las que predominan las viviendas estrato 6: la 15, y la 7 de la 72 a la 116. Los piropos explícitos se intensifican en Chapinero y llegan a su pico en el centro de la ciudad.

Entiendo que esa manía de los hombres colombianos de ir diciendo qué opinan de como se ven las mujeres sin que nadie les haya preguntado es machista y detestable. Sin embargo, tengo que decirles que en una labor tan difícil y dolorosa como correr y correr y correr sin ningún rumbo fuera del de terminar un carrera para decir que uno la terminó, el análisis de los piropos de ciclovía me mantuvo ocupada durante dos horas. Y agradecí, por primera vez, lo básicos que son los señores bogotanos.


*Concepto original de @nelsonamayad

2 comentarios:

Asmodeo* dijo...

Hace unas semanas decidí retomar el sano [y desparchado] hábito de la ciclovía, y como su nombre lo indica usar la bici.

llegó a este post y me pregunto ¿tan viejas estamos que nuestro target son precísamente los señores cincuentones o más que van en bicicleta?

En mi primera salida sola, después de mucho tiempo de ir acompañada, me abordó un señor: mayor, escaso pelo gris, bigote de gerente tomador de tinto. El señor muy amable y decente, con ese tono de voz inconfundifle de los cachacos de cierta edad me dice "qué muchacha más elegante en esa bicicleta, nos iluminas con tu paso". Muy galante el caballero que además me acompañó en mi recorrido por la 9a, hasta que me le escapé -no me interesa salir a intimar con extraños en la ciclovía, lo siento, para eso llevo puestos los audífonos-.

Concuerdo con tu estudio, el piropo de ciclovía empieza con el doble chequeo, continúa con la fila india detrás de uno para tener una visión clara de nuestras carnes temblando, y finaliza con la galantería o charla casual.

Cristina Vélez dijo...

Paula, el gran problema es que los señores de cierta edad no entienden que los audífonos son una señal contundente de "por favor no me hablen" porque no crecieron con eso.
Habrá que hacer un proceso de educación.
gracias por leerme!