viernes, febrero 10, 2012

En medio

He estado leyendo mucha literatura de esas que están en la frontera de mi campo. En cristiano eso significa que son textos de autores que no le comen cuento a los otros y están tratando de decir cosas nuevas en vez de reafirmar lo mismo que dijo el otro o criticar desde el mismo marco lo que dijo aquel. El problema es que uno no sabe muy bien si esos que están en la frontera son iluminados o locos. Tampoco sé muy bien dónde está parada mi profesora, la que me ha presentado a Max Neef, a Beer y a esos personajes y quien probablemente será mi asesora. Su marido, un escocés genial, usa chanclas sin medias en Bogotá y no come carne. Ella no se peina y usa ropa orgánica. En mi cabeza obtusa esos son signos de alerta. Está muy bien tener un par de amigos jipis, pero no necesariamente dejar que guíen tu trabajo. Menos cuando se trata de tu tesis de doctorado.
Sin embargo, estos manes locos hablando desde la frontera parecen tener más respuestas para todo lo que no entiendo que los que me están hablando desde la frialdad (que ya se por fin se volvió un territorio cómodo para mí) de los modelitos inspirados en la microeconomía.
Esta angustia existencial académica se ha reflejado en otros aspectos de mi vida. Yo, que suelo ser muy buena observadora y no se me pasa ni un trébol de cuatro hojas en un pastizal o cualquier mata bonita en un balcón, no he visto sino palomas espichadas, ratas pasando por ahí, medias nonas abandonada que ya parecen parte del pavimento y cosas por el estilo. Trato de ver las cosas bonitas porque casi siempre tengo una monita de un metro al lado y quisiera que ella estuviera viendo como está floreciendo el sietecueros del vecino y no las manchas de orines en los postes.
Estoy pensando con mucho cuidado si doy el salto a la frontera. O si opto por una posición ambivalente como las que siempre termino asumiendo por cobarde, una pata en cada lado a pesar de que yo quede en el medio sin decidir a cuál le doy la espalda.
Trataré de ver muchas flores pequeñitas este fin de semana. De esas que uno ve acostado en el pasto cuando éste no está recién cortado pero le falta todavía un par de semanas más para que le figure guadañadora. Tal vez ahí encuentre algún tipo de respuesta.

4 comentarios:

Susana dijo...

Sin tener ni idea, voto por que te pasés a la otra orilla ¿Qué verdad puede haber en una "ciencia" que sólo conversa con ella misma? ¿Se supone que lo que la economía dice debería ser compatible con lo que dicen otras disciplinas, debería hacer parte del rompecabezas, ¿no? Si no, ¿qué mundo se supone que es el que está explicando la economía?

Bueno, hablo yo que trabajo en derecho, más o menos lo más ombliguista del mundo.

Anónimo dijo...

Y si tu camino efectivamente está en medio? Tienes la gran oportunidad de explorarlo. Los problemas ambientales (incluyendo los que crea el actual sistema financiero) son incomprensibles sin el diálogo o intercambio entre disciplinas, por ejemplo. Qué te dijeron las flores pequeñitas?

VP

Anónimo dijo...

Lindo blog.
Recomiendo una lectura de frontera, desde una perspectiva histórica dificil de ccnseguir, que encuentro sopesada y muy interesante "La globalización de la pobreza", de Erik Reiner.
Buena suerte. Yo estoy en las mismas. y tambien soy colombo-belga

Cristina Vélez dijo...

Tatiana,
Voy en tránsito a la otra orilla, aunque me duele un poco el proceso. Cada vez estoy más feliz.
Anónimo 1,
No tuve tiempo el fin de semana de acostarme en el pasto, pero este sí lo haré. Sin falta. Además estaría hablando de problemas ambientales y sociales. No se pueden entender desde las teorías más neoclásicas y la complejidad parece tener más respuestas.
Anónimo 2,
Acabo de echarle una mirada al libro que me recomendaste en Googlebooks y voy a ver si lo compro mañana para leerlo en serio. Gracias por la recomendación. Tienes que contarme más del proceso de tránsito. Me interesa saber cómo lo han afrontado otros paisanos.