Supongo que todas las obsesiones son con cosas pequeñas. Las grandes no despiertan ese tipo de pasiones. Yo me obsesioné con los ratones que viven en mi casa. Soñaba con ellos dormida y despierta. Me imaginaba que si llegaba a regresar a la casa a una hora inusual, me los iba a encontrar desbaratando la casa. Porque claro, cuando el gato no está, los ratones hacen fiesta y encima, porque los ratones saben la hora conocen mi horario perfectamente. Les compré trampas y rezaba para que no cayeran. Lo único peor que convivir con los ratones era encontrarme sus cadáveres atrapados en un resorte o peor aún, verlos agonizar en un charco de pegante. La obsesión se me pasó cuando entendí que no podía hacer nada al respecto. Mi mamá lo dijo mejor que nadie en el mundo "téjales suetercitos y deje de joder". Después me obsesioné con la basura de mi oficina, que siempre sacaba yo, pero se me pasó rápido.
Mi última obsesión es un bollo de caca de perro que apareció enfrente de la puerta de la casa del vecino. He seguido todo el proceso desde el día en que apareció, hace una semana, hasta hoy, cuando el vecino le echó agua y quedaron los pedacitos regados por toda la acera. En el intermedio, trató de correrlo con el menú de un pizzería que ofrecía descuentos a estudiantes. Durante días, el bollo estuvo ahí sentado, con el menú incrustado en la mitad. Ayer, Amelia se cayó saliendo de nuestra puerta y por poco cae encima del bollo con menú. Las dos sufrimos mucho, pero yo sufrí más que ella a pesar de no haber sido la accidentada.
Quisiera entender en qué estaba pensando mi vecino cuando decidió que echarle agua al bollo y esparcirlo por la acera era una buena idea. Tal vez pensó que las personas iban a ir pasando y se iban a llevar los pedacitos de bollo pegados a sus zapatos. Claro, no sin antes soltar un madrazo. O tal vez pensó que el bollo iba a llegar eventualmente a la calle, pero no hizo la tarea suficientemente bien como para que eso pasara. Aunque creo que en verdad estaba pensando que el agua iba a hacer que el bollo desapareciera mágicamente. Llevo 20 minutos sentada en las escaleras de mi casa, con la puerta abierta, tiritando del frío y mirando el andén. Supuestamente estoy esperando una caja del ron de Laura que debe de estar llegando entre las 10:24 y las 11:24, pero en verdad estoy viendo pasar la gente, a ver quién va a ser el infeliz que se va a llevar uno de los pedazos de bollo en su zapato.
Nunca había estado en mi casa de Hull a esta hora y entendí por qué. Espero que el cartero llegue rápido y yo pueda devolverme a la oficina, ojalá sin llevarme en el zapato un pedazo de la mierda del vecino.
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El ron llegó a las 11:57.
miércoles, noviembre 14, 2012
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