miércoles, noviembre 02, 2005

¿Vale la pena preguntarse por dios?

Al fin nunca pude terminar la reflexión sobre por qué creer en dios hoy en día ya que la conferencia para la cual la estaba preparando fue cancelada en el último minuto. Siempre hay cosas más importantes que hacer; en el mundo se manejan unas prioridades complicadísimas que no he logrado comprender del todo. Sin embargo, sí tuve tiempo para pensar en la pregunta y para leer sobre el tema. Después de dar vueltas, decidí que Descartes, con su famosísima premisa “pienso, luego existo” era el candidato perfecto para sustentar la conferencia, sobre todo, por que la argumentación es perfecta. Espléndida, diría una amiga de un amigo. De todas formas, a pesar de ser perfecta, para mí gusto, asimila vertiginosamente los conceptos de dios y de verdad, casi como si fueran lo mismo (¿y lo son?): "que son verdaderas todas las cosas que concebimos muy clara y muy distintamente, no está garantizado más que a causa de dios es o existe, que es un ente perfecto y que todo cuanto hay en nosotros viene de él. De donde se sigue que nuestras ideas o nociones, siendo cosas reales, y que vienen de Dios en cuanto son claras y distintas, no pueden ser en eso sino verdaderas." (Discurso del Método, no me acuerdo la página exacta)

Personalmente, me gusta la explicación de Unamuno, la de Manuel Santo y Mártir, creo que dios juega un papel social importantísimo de cohesión, de seguridad, de poder, casi como un mandatario global sin problemas de gobernabilidad o representatividad, aparte, por supuesto, de todos los problemas de la Iglesia como tal. Lo importante, sin embargo, no es necesariamente cual aproximación satisfizo mi necesidad de argumentar una idea para una conferencia académica que pretendía ser multicultural y todo el rollo y en la que sentaron en un panel a cuatro machos, blancos, católicos, con una representante de las comunidades indígenas, porque vivimos en un país multicultural. Lo importante, para mí, por supuesto, es que cada vez más me estoy dando cuenta que tengo una formación asquerosamente moderna…moderna, en el sentido estricto de la palabra. No me gustan los rollos esotéricos ni los videos trascendentales, y eso que soy historiadora y debería tener algún tipo de fetiche con el tiempo; con el pasado y el futuro. No creo en el Feng Shui ni el I Ching y solo leo el tarot de Mavé porque es una escritora fantástica. Creo firmemente que cada uno tiene el derecho de hacer lo que se le de la gana, con tal de que esté conciente de las consecuencias de todos sus actos y por eso precisamente, no me gustan las drogas—aunque estaría a favor de la despenalización de éstas— precisamente porque no estoy dispuesta a financiar una guerra sucia que desangra todo un país. Creo que mi pensamiento es moderno porque no me gustan los discursos y me gusta el rigor. Creo en el canón. Creo que hay cosas importantes y creo que todo hay que ponerlo en su justa dimensión. Creo, también, que a veces soy más goda de lo que me gustaría, a pesar de que sigue sin gustarme Uribe. Finalmente, creo que yo no soy la persona para decirle a las personas porqué creer en dios, ya que, sobre todo, creo que cada cual tiene el derecho de pensar lo que se le de la gana.

3 comentarios:

Lewinski dijo...

Como ya lo hemos hablado, discutido y comprobado, suelo estar de acuerdo con esta visión que tu llamas moderna y que yo, quizás por estar TAN medito en ella, llamo de sentido común... en fin, muy de acuerdo.

Cristina Vélez dijo...

Me gusta lo del sentido común. Aunque sigo con la idea de moderno...aunque es bastante raro meter el sentido común en una tendencia...ya no entiendo nada

Anónimo dijo...

No sé en que momento pasaste a hablar de Dios a Uribe, como un suspiro de tiempo .... fue imperceptible.

Me gustaría estudiar historia. O bueno, más que "estudiar" aprender algo más de historia. Es bien apasionante la cosa...