sábado, diciembre 24, 2011
De cuando la gente escribe
Hace poco, mi tía, después de haber leído y editado muchas muchas, muchas, muchas páginas, se lanzó a publicar su primer libro. Lo publicaron en España en una edición tan bonita que dan ganas de servirla tibia con helado de vainilla. Trajo solo algunas copias y las dejó en la librería de su ex esposo que en el último año se ha convertido en mi segundo hogar. Yo compré una de esas pocas copias porque me moría de la emoción de tenerlo. Creo que fue un poco decepcionante para ella que yo, de todas las personas del mundo, hubiera comprado una de las pocas copias y no, por decir algo, algún escritor famoso e ilustre o alguien que supiera de literatura. Sin embargo, nunca me lo va a confesar.
El mismo día en que lo compré me senté a leer algunos de los textos del libro. Como eran ensayos cortos leí algunos en desorden.
Esa noche me soñé que mi tía se moría de una forma muy trágica. La muerte además coincidió con una pelea que habíamos tenido--en el tono más pasivo agresivo en el que he peleado en mi vida--sobre el menú de una noche de un viernes en Guasca. Yo estaba jugando a ser mi mamá, que siempre tiene todo bajo control y prepara comidas para 2 o 26 sin inmutarse, y lo estaba haciendo muy mal. Tan mal que terminé pasando por encima de lo que mi tía había preparado. No volví a leer ni una página ni le conté a mi tía sobre el sueño. El libro sigue en mi mesa de noche justo encima de La montaña mágica, que lleva ahí más de una década sin abrirse.
Anoche terminé la novela de un amigo a quien nunca he visto en mi vida. Una amistad de interacciones en el mundo 2.0. No sé ni siquiera si es un amigo, pero le tengo cariñito.
Me demoré mucho leyendo las primeras 30 páginas. Las leí muchas veces. Y cargué el libro un buen rato en la cartera. Me pareció muy conocida Ana, la protagonista, pero no le vi tanta gracia al principio. Sin embargo, a penas apareció D en la novela la cosa empezó a ponerse maravillosa. Me encarreté con la historia de la vida de la gorda a través de sus pasos y su cama que suena. Con la vida de Ana. Con su permanente sensación de ser inadecuada. Con la voz del narrador que va cambiando. Con la historia. Con Perro. Con la casa. Con las cosas. Con los electrodomésticos con nombre y personalidad. Terminé encantada y fascinada. El alivio fue que al final me terminó encantando la novela (tenía pavor de que no me gustara) y sobre todo, que no me soñé que el escritor se moría. Eso hubiera sido fatal porque hubiera tenido que contarle por Twitter o algo así horrible. Por el contrario, dormí divinamente y soñé con Ana. O con mi amiga que es igual a Ana. No me acuerdo bien.
En todo caso, espero que mi tía siga publicando textos de no ficción y espero que pueda lanzarme a escribir yo algo de no ficción. Ya que tengo treinta años no me debería dar miedo hacerlo.
(La novela en cuestión es Mudanza de Andrés Burgos)
sábado, noviembre 26, 2011
Querido Niño Dios
Los dibujos están en proceso:
Querido Niño Dios,
Quiero que por favor no me traigas una bolsa de carbón.
Quiero un hombre araña rojo que no sea bombero y que se vuelva Peter Parker.
Quiero un monstruo azul con morado como el de la película.
Quiero una guitarra rosada y morada de verdad y que no esté rota.
Quiero una hermanita que se llame Antonella.
lunes, noviembre 21, 2011
Sin Twitter...
Ahora estoy sentada frente a un computador con un archivo lleno de apuntes desordenados para terminar a partir de eso un artículo que debo entregar el jueves y que debe ser coherente porque no soporto otra nota bajita este semestre. Creo que una de mis clases me va a quedar en 3.5 y estoy mortificada. Todo esto sin Twitter. Y lo peor es que no tengo ni idea que escribir: todo se me ocurre en 140 caracteres.
Para rematar la situación, Salas está en Cartagena atrapado en el aeropuerto. Tiene fiebre y está sintiéndose mal. Yo no me estoy sintiendo muy bien tampoco. Tengo tos desde que acabé la carrera de Unicef ayer y mi búsqueda en Internet (el paraíso de los hipocondriacos) dice que tengo "Exercise induced asthma". En el fondo, sé que lo que tengo es gripa no más, pero cada vez que me toca jalarle al Ventilan y al Medrol para respirar bien me pongo paranoica. Obviamente, esto también sin Twitter.
Finalmente, a @pelucavieja lo entrevistó mi señora tía y me muero por saber cómo fue. Estoy segura de que los dos trinaron qué pasó en la entrevista y estoy segura de que fue muy divertido. Pero bueno, me enteraré el próximo domingo cuando oiga el programa. Como si no existiera Twitter.
jueves, noviembre 17, 2011
Una pausa twittera
Probablemente llenaré un cuadernito de bobadas, pero me las guardaré para mí misma.
Me siento un poco aliviada. Estaba aburrida de estar pendiente de las estupideces que iba a escribir. Estaba (estoy) aburrida de mí.
Se me quitará la aburrición cuando me empiece a hacer falta de verdad el sarcasmo de Juandaví, la irreverencia de Javier, el bafleo de Paola, las observaciones de Mónica, las coincidencias con Paula V etc. etc. etc. y volveré en seguida. Pero necesito un ratico para reconciliarme con todo eso.
miércoles, septiembre 07, 2011
martes, agosto 23, 2011
El reto de los treinta libros
1. Uno que leyó de una sentada: El Conde de Montecristo de Alejandro Dumas. Fue una sentada larga, de dos días con sus noches y en la que paré a comer, al baño y a dormir. Estaba en una pelea con mi hermano porque él se estaba leyendo el libro y yo me lo robé, así que tenía que terminar rápido.
2. Uno que se haya demorado mucho en leer: La montaña mágica de Thomas Mann. Sigue en mi mesa de noche desde hace más de 10 años.
3. Uno que sea un placer culposo: Feng Shui para Dummies. Lo usé para remodelar mi casa y lo reviso todo el tiempo.
4. Uno que le gusta a todos menos a usted: Tokyo Blues de Haruki Murakami.
5. Uno de viajes. Me encantan los de viajes: Marrakesh de Elias Cannetti.
6. Uno de un nobel. Cartas entre un padre y un hijo de V.S. Naipaul
7. Uno muy divertido. Matilda de Roald Dahl. O cualquiera de Dahl. Hasta los de grandes. Es el autor más divertido del mundo.
8. Uno para leer por fragmentos. Costumbres en Común de E.P. Thompson. Nunca me lo he leído de un tacazo, pero creo que por pedacitos me lo he leído varias veces entero.
9. Uno con una excelente versión cinematográfica. The Hours de Michael Cunningham
10. Uno con una pésima versión cinematográfica. La Iliada quedó pésimamente puesta en escena en Troya. Aunque Pitt estaba bueno.
11. Uno que lo haya motivado a visitar algún lugar: Estambul de Orhan Pamuk. El viaje sigue pendiente.
12. Una biografía. Una autobiografía mejor. Habla memoria de Nabokov
13. El primer libro que leyó en su vida. Mi papá me leyó muchas veces un libro que se llamaba Oscar Cosmonauta. También me acuerdo de haber sacado de la biblioteca de mi colegio los libros de Ramona de Beverly Cleary y los amaba, pero eso fue más grandecita, como a los 7. Pero el primer libro que leí sola fue probablemente Run Spot, Run, o algo así.
14. Uno que haya odiado hace años y hoy admira. Las Bodas de Cadmo y Harmonía de Roberto Calasso. La primera vez que lo leí me pareció lo peor. Ahora me encanta.
15. Uno que haya amado hace años y del que hoy reniega. Rayuela de Cortazar. Me sentía muy intelectual de adolescente porque lo había leído de las dos formas. Y bueno, hoy detesto a la Maga de las dos formas.
16. Uno ruso que sí haya leído. Que me acuerde, Crimen y Castigo de Dostoievski y One Day in the Life of Ivan Denisovich de Aleksandr Solzhenitsyn.
17. Uno de este año. Voy a poner uno que leí este años, no uno que haya sido publicado este año: Experience de Martin Amis.
18. El que más veces ha leído. Isabel en Invierno de Antonio Caballero, se lo leo casi todas las noches a Amelia.
19. Uno que lo haya sorprendido por bueno. El ideal de lo práctico de Frank Safford. No lo leíamos en historia, y lo leí en administración. Tremendo libro para entender la historia económica colombiana.
20. Uno que lo haya sorprendido por malo. Los de Micheal Porter. Me dan ganas de vomitar. Ni siquiera son divertidos.
21. Uno de cuentos (no valen antologías). Un favorito de la infancia/juventud: The Wonderful Story of Henry Sugar and Six More de Roald Dahl.
22. Uno de poemas (no valen antologías). Del amor, del olvido de Darío Jaramillo.
23. Uno que le gustaría volver a leer en su vejez. Memorias de Adriano de la Yourcenar.
24. Uno que no le prestaría a nadie. The Constitution of Society de Anthony Giddens. Se ha vuelto una especie de Biblia para mis trabajos.
25. Uno para aprender a perder. Definitivamente La Luz Difícil de González. Para aprender a perder todo lo que uno más quiere y recordarlo con cariño.
26. Uno que asocie con la música que le gusta. Blue Dog de George Rodrigue suena a jazz.
27. Un libro que le regalaron y no le gustó. Uno sobre historias de mujeres que no me acuerdo cómo se llama.
28. Uno que lo haya asustado. Frankestein de Mary Shelley.
29. Uno que se haya robado. Le robé Going Solo de Roald Dahl a @juaneslewin cuando tenía 11 años. 10 años más tarde, se lo compré nuevecito, pero me quedé con el viejo.
30. Uno que pueda salvar vidas El libro que explica la dieta South Beach. En serio.
miércoles, agosto 03, 2011
Culto a la flacura
La foto ha recibido muchísimos "me gusta". La mayoría son de mujeres y un par de amigos homosexuales. La gran conclusión, además de que ese ángulo me favorece, es que el culto a la flacura es una vaina brava. Y la verdad, a mí me gustaría verme así como en esa foto desde todos los ángulos. En forma, pero ante todo flaca. Ojalá muy flaca. Así, flaca como esas viejas que se comen dos hamburguesas y a la gente le parece chistoso y no normal/trozuda/con curvas a las que la gente le levanta la ceja cuando va a repetir.
Lo peor es que estoy consciente de lo ridículo que suena esto. Además, la evidencia indica que esa flacura no le gusta a la mayoría de miembros mi grupo objetivo (hombres heterosexuales) sino a otras personas con la misma noción distorsionada de lo que supuestamente le gusta a los hombres. Por eso este post es cortico. Y por eso no adjunté la foto. Es que me muero de la pena de ser así de estúpida.
miércoles, julio 20, 2011
Ser modelo
Yo siempre había pensado que ser modelo era fácil. Era cuestión de tener cierta bendición genética y algo de disciplina para no comer nunca y punto. Pero con ese video me di cuenta de que es un trabajo demandante. Confieso que me considero incapaz de patear un balón haciendo cara de sexy. Jamás podría hacerlo. De hecho, creo que no podría hacer cara de sexy a propósito en ningún contexto. Esa me sale natural siempre y cuando el contrincante esté esforzándose para sacarla. Pero sobre todo, confieso que sería incapaz de comenzar a moverme haciendo cara de que soy más sexy que la que está al lado mío para salir en más fotos y ojalá en la portada, solo porque prendieron la música y porque el fotógrafo comenzó a disparar. On, me pongo la cara de sexy, off me quito la cara de sexy. Mujeres con talento, no joda.
En este punto, creo que va a ser más probable que termine de descifrar el modelito que tengo enfrente, cortesía del RAND Journal of Economics, que lograr algún día prender y apagar la cara de sexy con el llamado de un fotógrafo como lo hicieron las chicas de la selección Don Juan. Bien por ellas. Ojalá esa habilidad las lleve bien lejos.
martes, julio 12, 2011
La televisión políticamente incorrecta
Hoy sucumbí ante la presión de Amelia para poner Disney Junior, el canal en el que dan esa televisión políticamente correcta, porque estaban dando el programa de un niño pirata que se llama Jake que acumula "doblones" y le toma fotos a los tesoros que encuentra, porque están ahí para que los vea todo el mundo y no para que la gente se los lleve a la casa. Después de que se acabara este programa, comenzó uno, en el que un todero que vive en Estados Unidos va por todo el pueblo arreglando cosas con una caja de herramientas llena de martillos y llaves inglesas que hablan en espanglish. Él, que es claramente latino, le dice a las demás personas Señor y Señora X y Y y a él le dicen Mani. Las conversaciones son así: "Mani, mi bicicleta está descompuesta", "Ya voy, señor Esmit, con todas mis herramientas. I'm ready". Al final rompen una piñata y comen tacos para celebrar con un grupo de personas blancas--y unas claramente menos blancas. Además cuentan hasta 10 en inglés todo el tiempo y usan muletillas como "right away".
Después de una hora de esto, siento que no me puedo quedar callada. ¿Eso es lo que es políticamente correcto? En espanglish lo único que se me ocurre decir es: It's so f* wrong in so many levels. Prefiero los videos de Silly Symphony en el que se burlan de todo y no tratan a los niños como idiotas. Y si Amelia aprende a entenderle al pato Donald en inglés, estará sobrada para el resto de la vida.
En esta casa seguiremos viendo esto: Three Little Wolves , esto: The Wise Little Hen y esto: The Funny Little Bunnies
La gran conclusión es: Disney Junior, you suck. O como diría un niño críado con esos programas, apestas. Y sí, los juguetes didácticos suecos de madera pintados con pintura orgánica son hermosos, pero son estúpidamente caros. Además, siendo honestos, los niños prefieren el plástico made in China, incluso la mía a la que se le ha visto jugando a la "universidad" rayando mis papeles con resaltadores de todos los colores.
El único problema es que no he encontrado la forma de apagar a Mani y sus herramientas sin que Amelia se ponga furiosa y ya es hora de dormir. Por ahora, creo que tendré que acudir a los argumentos de autoridad, algo muy poco políticamente correcto y muy poco alineado con los papás-que-compramos-juguetes-didácticos.
domingo, junio 26, 2011
Sociología de ciclovía:* los piropos
1. Hay una forma de saber si uno le está pareciendo buena a los tipos de la ciclovía: el doble chequeo. Siempre que salía a correr con mi amiga Maclu, me daba cuenta que los señores en bicicleta la pasaban y después de pasarla volteaban la cabeza para chequearla por el frente. Los señores son bastante liberales con a quien le aplican el doble chequeo: básicamente a cualquier humano con cromosomas XX. Sin embargo, creo que como normalmente salgo a correr empujando un coche, no había sido objeto de la técnica. Los coches (con niños adentro, valga aclarar) son el principal factor de intimidación para el sexo opuesto. Hoy salí sola y pillé por primera vez en muchos años a varios señores aplicándome el doble chequeo. Los adoré porque me hicieron reír muchísimo por lo predecibles. También porque estuvo bien para el ego, debo confesar.
2. La segunda forma de saber si uno les está pareciendo buena a los tipos de la ciclovía son los piropos. La mayoría de los señores optan por el cobarde doble chequeo silencioso, pero los más elocuentes (y suelen ser señores mayores con bicicletas más sencillas) se despachan en piropos. Hoy me dijeron varios. Eso tiene que ver con que estuve mucho tiempo corriendo e hice un recorrido diverso: de la 92 por la 15 hasta la 72, de la 72 hasta la 32 por la séptima y desde allí hasta la 116. Lo anoto porque hace rato no me pasaba. Uno me dijo el clásico "con esa pierna para que la otra". Otros optaron por el típico "mamacita". Sin embargo, el piropo que nunca voy a olvidar fue del de dos señores que venían en la dirección contraria caminando. Al pasar, uno me dijo "hermosura" pero después del doble chequeo le dijo al otro: "pero no es pa'tanto hermano, está como culiplancha". Casi me matan de la risa.
3. El doble chequeo es la práctica estándar en las zonas en las que predominan las viviendas estrato 6: la 15, y la 7 de la 72 a la 116. Los piropos explícitos se intensifican en Chapinero y llegan a su pico en el centro de la ciudad.
Entiendo que esa manía de los hombres colombianos de ir diciendo qué opinan de como se ven las mujeres sin que nadie les haya preguntado es machista y detestable. Sin embargo, tengo que decirles que en una labor tan difícil y dolorosa como correr y correr y correr sin ningún rumbo fuera del de terminar un carrera para decir que uno la terminó, el análisis de los piropos de ciclovía me mantuvo ocupada durante dos horas. Y agradecí, por primera vez, lo básicos que son los señores bogotanos.
*Concepto original de @nelsonamayad
sábado, junio 25, 2011
Yo corro porque puedo
De haber pasado por dos cirugías difíciles y dolorosas a los 7 años, me quedó un umbral del dolor ridículamente alto. No me duelen las cosas. Me aparecen morados que no me acuerdo cómo me hice. Hace un mes me dio una otitis terrible y me di cuenta cuando la infección estaba avanzadísima solo porque me empezaron a dar mareos. No sentí las contracciones cuando iba a nacer Amelia. Me fracturé el cóndilo una vez y me di cuenta meses después cuando se me desencajó la mandíbula. Cosas así.
También me quedó una capacidad de aguante importante. Nadé, nadé y nadé porque eso era lo único que me iba a permitir recuperar la fuerza de mis piernas para caminar sin cojear. Todavía, cuando nado, siento que lo estoy haciendo por eso. Me senté en la banca muchísimos años con una ilusión infinita hasta que por fin fui titular del equipo de basket de mi colegio. Aunque corría chueco, nunca paré de hacerlo. Corría más rápido que las niñas que caminaban derecho y podían usar tacones. Cuando me gradué, me gané el premio a la mejor deportista de mi curso. Me volví estoica, juiciosa y paciente. Muy paciente.
Mis papás son los protagonistas de esta historia. Ellos fueron los que tomaron las decisiones correctas en el momento correcto. Por ejemplo, prefirieron que me hicieran una cirugía experimental en lugar de enyesarme las piernas dos años. Ellos sabían que inmovilizar a una niña hiperactiva como yo habría sido un desastre. Hoy hay artículos sobre las secuelas psicológicas de esos tipos de tratamientos y la cirugía es el tratamiento estándar. Como secuela, solo me quedó una cicatriz de 25 centímetros--que tiene su encanto--en el muslo izquierdo. Se ve cuando me pongo las espantosas pantalonetas de correr. Tampoco trataron la enfermedad como si fuera un problema. Hacían parecer todo como algo normal. Una casualidad que se iba a superar facilísimo. Ahora que soy mamá sé que les debió costar mucho trabajo hacer que yo creyera eso y se los agradeceré siempre.
Hace unos meses corrí una carrera de 5k y hace unas semanas una de 10k. Mañana voy a correr 18k. Todo esto es porque estoy entrenando para la Media Maratón de Bogotá. Corro chueco, todavía lo hago. Nunca me enderecé del todo. Mi papá ha estado pendiente de los tiempos que me he hecho. Al principio pensé que se trataba de una de esas cortesías paternales ante las locuras de los hijos, pero hoy me di cuenta de que se trataba de mucho más. A mí se me había olvidado lo del Perthes y me parecía más que normal que estuviera corriendo. Al fin y al cabo, eso lo hace mucha gente cuando cumple 30. Hasta Murakami lo hizo. Vendió su bar y se dedicó a escribir y a correr. Yo no tenía un bar, pero decidí dedicarme a estudiar y a correr para poder estudiar sin enloquecerme.
Pero que yo corra no tiene nada de obvio y mis papás lo saben. Lo que no les he dicho es que yo corro porque puedo. Y que puedo gracias a ellos.
jueves, junio 23, 2011
Llamadas detestables
Las llamadas de los bancos son detestables.
domingo, mayo 22, 2011
Pensamientos que no caben en trinos
1. A la nueva niñera le dicen Mona. Se llama en verdad Leidy y tiene una hermana melliza. También es de El Charco, como Flor y como Marta, así que Amelia seguro seguirá con el sueño de ir a visitar el Pacífico Nariñense porque allá puede ir al mar todos los días. Ahora somos tres mujeres que respondemos al apodo de "Mona" en esta casa.
2. A Marta, la niñera de antes, le habían prometido un sueldo x en su nuevo trabajo. Cuando llegó le dijeron que era sin prestaciones. Para todos los efectos, le terminaron ofreciendo menos que un salario mínimo y mucho menos de lo que yo le pagaba. La que la iba a contratar trabajaba en la fiscalía. Un funcionario público promoviendo la informalidad. Lo más terrible de esta historia es que la viejita que iba a cuidar se murió esta tarde y ella comenzaba su trabajo mañana. Por si conocen a alguien que necesita una enfermera, Marta es un sol de verano.
3. Hoy vi a dos señoras pinchadísimas pasarse semáforos en rojo. La primera fue en la 7 con 94. Dio la u mucho antes de que cambiara a verde. Creo que tenía afán y una lobotomía. Quedé impresionada, sobre todo cuando vi que la infractora, que iba en una flamante camioneta, tenía pura pinta de "divinamente". Lo peor es que cuatro cuadras más tarde, otra señora con cara de "divinamente" me pitó, y me pasó muy agresivamente para poderse pasar otro semáforo en rojo. Se parecía mucho a la otra.
4. Las señoras divinamente se parecen mucho.
5. Nunca quiero ser una señora divinamente.
6. Quiero que Marta consiga trabajo y que Mona se amañe en mi casa y resulte siendo maravillosa y adorada. Sobre todo, quiero que logre que Amelia la quiera y la pare bolas.
7. Mi final de estadística no se va a hacer solo, así lo desee con todas mis fuerzas. Ya me veré el jueves a las 11 de la noche sudando frío porque tengo que entregar las cosas antes de que se acabe el día.
8. Igual no me importa trabajar duro esta semana porque la siguiente me voy a una de las islas del Caribe que salen en esta canción: http://www.youtube.com/watch?v=24OGHrmC0KU.
9. Secretamente me gustan los Beach Boys.
10. Me voy a llevar el libro que me regaló JP para leer en la playa. También voy a llevar muchas revistas culas.
sábado, mayo 21, 2011
Dar la paz
Pues yo llevaba un buen tiempo dándome la guerra. Por alguna razón, estaba necesitando sobredosis de frivolidad, drama, angustias, y escenas de telenovela. Puse en pausa el criterio y mandé de vacaciones a un par de neuronas. No ayudaron las circunstancias, tampoco. El destino se encargó de derrumbar la parte de mi mundo que yo no había derrumbado sola. Pero acabo de dar la paz. Y como estaba lidiando la guerra en mis tripas, fue cuestión de que el cerebro agitara la bandera blanca. Tuve que tomarme un vaso grande de un licor dulce y almendrado y llorarle borracha al taxista que me llevó a la casa para dar la tregua, pero a pesar del dolor de cabeza que tengo, creo que no me tuve que dar tan duro para volver. En medio de todo, toqué un fondo pando.
Tuve suerte. Y la verdad es que siempre he tenido suerte. Por eso precisamente es que la guerrita que estaba lidiando era injusta, ilegítima y estúpida como todas. Tendré que arrastrar un rato la vergüenza hasta que se me olvide o deje de importarme. Tendré que hacer un par de llamadas para pedir perdón. A otros no los voy a llamar nunca, pero igual tendré que esperar que entiendan mi desaparición como una forma de pedirles perdón. También tendré que perdonar.
Esta vez, yo soy la muchachita que dio guerra y está dando la paz. Y se siente muy bien.
miércoles, mayo 18, 2011
Sobre Frank Safford (y de regreso a la historia)
Esto voy a leer esta tarde en el coloquio doctoral para presentar a Frank Safford (una tradición bonita que estamos instaurando en los Andes en la que invitamos a profesores crac para que nos cuenten a los estudiantes de doctorado en administración las infidencias detrás de sus investigaciones):
Cuando yo estaba estudiando historia, los profesors siempre le decían a uno que no empezara a escribir hasta que uno no conociera a los personajes involucrados en lo que estaba investigando tan bien, que pudiera contarles un chiste que seguro los hiciera reír. Yo nunca llegué allí aunque me quedó la inquietud de qué se sentía lograr ese nivel de familiaridad con lo que uno está investigando y sobre todo, qué implicaba llegar a ese nivel de comprensión. Pocos historiadores logran llegar allá.
Ayer vi el mejor ejemplo de esa rarísima familiaridad en la conferencia del profesor Safford sobre la historia económica colombiana del siglo XIX. Safford conoce (realmente conoce) a José Manuel Restrepo, a José María Obando y a José Hilario López y a muchos más personajes que murieron hace más de un siglo. Sabe qué hicieron, cómo pensaban, por qué pensaban y qué motivaba sus actos. Mi teoría es que Safford no sólo llegó ahí por su trabajo juicioso, digamos que eso es más que evidente, sino porque la perspectiva comparativa que le da el haber estudiado toda la América española del siglo XIX es única y le permitió hacer historia con contexto. Esto no es tan evidente como suena. Muy pocos historiadores colombianistas han logrado superar el encierro de tres cordilleras y dos costas y entender la historia como una serie de fenómenos inscritos en tendencias más grandes. Esto ha llevado a al profesor Safford a estudiar la historia política y económica colombiana desde una óptica privilegiada llegando a plantear propuestas teóricas esclarecedoras que han sido de lejos los referentes más importantes para la historia empresarial del país.
Para los que no sepan, Frank Safford es profesor emérito de la Universidad de Northwestern donde enseña desde 1966 y donde ha ocupado varios cargos importantes, entre ellos el de Decano Asociado para Ciencias Sociales. El profesor Safford terminó su Maestría y su PhD en la Universidad de Columbia con una tesis sobre el comercio y el desarrollo empresarial en la Colombia republicana (1820-1870) que presentó en 1965. Se graduó magna cum laude de su pregrado en historia y literatura en Harvard en 1957.
Es imposible hablar de las publicaciones del profesor Safford sin hacer omisiones imperdonables, así que señalaré solo dos de sus libros. Y el criterio para escogerlos es bastante arbitrario: son los dos que han sido más importantes para mí. El primero es El ideal de lo práctico: el desafío de formar una élite técnica y empresarial en Colombia que se publicó en inglés en 1976 y en español en 1989 y que creo que es un libro importantísimo para todos los que estamos acá presentes y que a mí, personalmente, es el que me llevó a dar esos saltos tan raros de la historia a la competitividad y el desarrollo empresarial y todo parece indicar que de vuelta a la historia (empresarial). El segundo, es éste que escribió con Marco Palacios, Colombia País fragmentado, sociedad dividida, que es, a mi gusto, el mejor manual de historia colombiana que hay en el mercado. Además, se trata un libro multipropósito: no sólo es una lectura agradable y deliciosa que recomiendo sin pensarlo dos veces, sino que es un libro de consulta obligado. Pocos libros logran cumplir esos dos propósitos. Para no ser negligente, les estoy pasando a todos una copia de la hoja de vida del profesor Safford con el listado completo de publicaciones.
Hoy, el profesor Safford nos va a hablar de la historia empresarial colombiana, de sus perspectivas y de su desarrollos. Seguro esta charla nos abrirá los ojos a más de uno y espero que sin importar los temas que decidamos trabajar en nuestras tesis, siempre tengamos, así sea en el último rincón de la cabeza, la preocupación por el trasfondo histórico de las preguntas que nos estamos haciendo. Y ojalá, todos lleguemos a tener ese nivel de familiaridad y comprensión en nuestras investigaciones.